Pero, por más que tratara de convencerse a sí misma, que no podía gustarle este hombre, Luna no pudo evitar sentirse atraída.
Él era como una droga.
Sabe que es peligroso, pero aun así, no lo puede evitar.
La verdad, no me gusta ver a Luna, así que cuando la vi acercarse, me despedí de Benoît y me fui.
No pasó mucho desde que me fui,
cuando Benoît se levantó y miró a Luna.
—Bueno, vamos a conocer a tus nuevos papás.
Luna se quedó sorprendida unos segundos, luego preguntó:
—Ben, ¿qué estás…?
—Voy a darte una mano.
—¿No querías solo fastidiar a Esmeralda, reconociendo a sus padres como tus padrinos?
Luna sabía que con Benoît no podía disimular lo que sentía por mí, así que desde el principio decidió no esconder su odio frente a él, pero…
—¿No es Gabriel el que quiere a Esmeralda?
¿No es porque Gabriel siempre la apoya?
—¿Y eso qué tiene que ver?
Él levantó una ceja con esa expresión suya tan cargada, que hizo que a Luna se le acelerara el corazón.
Esmeralda…
Me llegó una llamada de Luna,