Al final, tendría que pagar por todas sus acciones. La noticia de que Luna había sido arrestada llegó rápido a mis oídos. Cuando escuché a Miguel decir que al menos podrían condenarla por lo menos a diez años, levanté la copa de vino que tenía en la mano. Como estaba de buen humor, tomé unas copas más. El camino a casa fue de lo más placentero.
Pero, cuando llegué a la puerta de mi casa y vi a David de pie en el viento frío, mi buen ánimo desapareció al instante. Aunque él me había dejado toda su fortuna, sinceramente, no quería verlo nunca más. Y en especial en ese momento.
Cuando intenté ignorarlo y subir las escaleras, David me llamó.
—Luna ha sido arrestada.
Me detuve en seco, me volteé y me reí torciendo mi cara.
—¿Acaso pues quieres que perdone a tu hermana?
Ese sarcasmo le atravesó el corazón a David. Él no sabía lo mucho que lo despreciaba, lo mucho que me había herido. Pensó que en ese momento venía a pedirme que perdonara a Luna.
—No, yo vengo a pedirte perdón,