POV: Tercera persona
Credence Foster se encontraba en su oficina. El ambiente era denso, como su estado de ánimo. La única compañía era el tictac sordo del reloj y el leve crujido del cuero de su silla mientras firmaba papeles sin prestarles atención.
Un golpe seco en la puerta lo sacó de su ensimismamiento.
—Adelante —dijo sin levantar la vista.
La puerta se abrió y apareció Eusebio, con un sobre en la mano. Su expresión era rígida, como si ya supiera que traía una bomba a punto de estallar.
—Señor, ha llegado esto para usted —anunció con cautela.
—¿Nombre del remitente? —preguntó Credence con voz neutra, sin dejar de mirar el documento que tenía frente a él.
—Anónimo —respondió Eusebio, ajustándose los lentes con un dedo tembloroso.
Ese detalle bastó para que Credence frunciera el ceño. Extendió la mano y tomó el sobre con un movimiento lento, casi elegante. Lo abrió sin prisa, pero lo que encontró en su interior le hizo levantarse de golpe.
Unas cuantas hojas resbalaron de sus dedo