Capítulo5
Apenas llegué a mi resort en la playa, encendí mi celular.

Mis padres llamaron de inmediato.

—¡Al fin contestas! ¿Por qué tenías el teléfono apagado y no nos dejas contactarte por el vínculo? ¡Pensamos que te había pasado algo!

—¡Qué ironía! Yo iba a dormir afuera, en plena nieve, ¿y no les importó mi seguridad? ¿Ahora se preocupan? ¿Qué clase de padres son?

—¡Solo apagaste el teléfono para no mandarnos dinero! ¡Lo hiciste adrede!

—Sí, fue a propósito. Que les quede claro, papá, mamá: ¡no recibirán un centavo más de mí!

Mis padres escucharon la determinación en mi voz y entraron en pánico.

Sus voces ahora eran más sumisas. Me suplicaban.

—No seas así. Sabemos que estuvo mal lo de la nieve. Te vamos a compensar. ¿Dónde estás? Vamos por ti. Te compramos un regalo, una sorpresa.

Blanqueé los ojos.

Nunca habían querido gastar en mí. Cuando sacaba en el colegio buenas notas, igual querían que lo dejara, para salir a mantener a la familia.

Nunca me dieron nada. Lo único que tenía era un braz
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