Amelie:
Fue agradable ver al señor Delacroix, aunque fue incómoda la manera en que su secretaria me miró, la mayoría de las personas lo hacen por qué yo me visto de manera un poco extraña.
No soy muy fiel de ir a las modas o algo por el estilo, solo me visto como me gusta y lo de las burlas eso me tiene sin cuidado.
Tengo tatuajes, ocho para ser exactos, un piercing en la nariz y un par en mis pechos. Los hice por qué siempre los quise tener, luego me arrepentí y ahora me da igual si los tengo o no.
Fui demasiado rebelde con mi cuerpo y conmigo misma. Supongo que fueron algunas etapas al final de todo.
Iba hacia el banco, me han llamado unas cuantas veces para pagar la deuda que tenía, así que iré a hacerlo para que me sea habilitada mi cuenta bancaria. Por eso le pedí al señor Delacroix que me diera todo en efectivo, para que el banco no me lo descontara de golpe.
—Hola.
—Señorita Leonard, al fin viene.
—Si, aquí estoy.
—Sígame.
Seguí al gerente del banco quien me estaba esperando, supongo que quería atenderme rápido para no perder demasiado tiempo.
Dios, me siento tan avergonzada de tener deudas, pero es mi culpa por ser una mujer irresponsable con el dinero.
Me senté frente al gerente.
—Bien señorita Leonard, si vino es por qué tiene dinero ¿No?
—Si, así es.
—Bien, es bueno escuchar eso... Ya estábamos por embargar su departamento, ya que se ha negado a pagar.
—No es que me haya negado, que no tenía el dinero para hacerlo, Pero ahora lo tengo —le mostré el sobre.
Deje el sobre la mesa, el lo sacó y los contó. Era la mitad de lo que debía, con eso bastaba para que me habilitaran la cuenta.
¿Por qué tengo tantas deudas?
Sencillo, pedí un crédito de tres mil dólares hace unos meses, lo gaste en materiales para mis pinturas, rente el sitio para mí pequeña exposición, lugar que resultó ser mucho más costoso de lo que esperaba.
Sabía que hacer una exposición por mi cuenta saldría costoso, ya que ninguna galería estaba interesada en mis pinturas ya que yo, no quería una profesional como ellos dijeron, así que Damon me dió ese empujón y termine pidiendo el crédito, entonces al demorarme con el pago del mismo, mi cuenta bancaria fue bloqueada y no podía usarla.
Con lo que hice en la exposición, con el único cuadro que vendí a un alto precio es que estoy pagando esta deuda y aún me queda la mitad.
—Bien, con esto es suficiente para activar su cuenta y congelar los intereses —me sonrió.
—¿De verdad? —el asintió— muchas gracias, en serio.
—Espero que en dos o tres meses como máximo, traiga la otra parte, para que no aparezca los intereses.
—Se los traeré, lo prometo.
—Puede irse, ah y tenga —me entregó mi tarjeta—, sus datos no fueron cambiados.
—Gracias.
Me puse de pie para salir de la oficina y luego del banco. Ya era un peso menos que tenía encima, no quería que me embargaran el departamento, ahí si hubiese sido un enorme desastre, por qué no quisiera ni quiero molestar a nadie.
Al menos pude enviarle algo de dinero a mis padres. Quizá no los gasten por el odio que me tienen o puede que si, si los necesitan.
La verdad es que a pesar de todo, ellos siguen siendo mis padres, siempre me voy a seguir preocupando por ellos y por su bienestar, así me digan que he sido una mala hija y que están decepcionados, ellos para mí van a seguir siendo una de mis prioridades.
Claro que me duele que me traten así, de hecho no los juzgo, los entiendo. Ellos trabajaron duro para darme una buena vida, una educación buena, una estabilidad y una beca, yo por mi irresponsabilidad y cero conocimiento sobre el mundo real, hice las cosas muy mal.
Ahora, estoy sumergida en un enorme mar del cual no sé cómo salir.
(...)
Fumaba un cigarrillo mientras dibujaba algo o mejor dicho a alguien.
El señor DeLacroix.
No era su rostro, eran sus ojos. Ojos que eran oscuros pero con un cierto brillo, en su rostro, debajo de aquellos profundos ojos, hay un peculiar lunar que lo hace ver distinto.
Desde que estoy en esto del arte, siempre he dibujado y pintado miradas, los ojos son como espejos del alma y con solo mirar algunos, se puede decir mucho y a la vez nada.
Lo que pude ver en los ojos del señor DeLacroix, fue soledad, al menos eso fue lo que pude interpretar, en ellos había un vacío, solo un pequeño vacío, pero también había brillo y serenidad, cosa que a mí me resultó fascinante. Por qué la mayoría de los hombres no suelen mostrar nada con respecto a sus sentimientos.
Usaba lápiz y carboncillo para darle más intensidad al trazo. Sonreí al ver mi dibujo. No lo hice a como lo ví, si no a como quería verlo.
Una sonrisa con la mirada.
Eso fue lo que ví cuando entre a su oficina, no sonrió con la boca, sino con la mirada, lo que para mí fue lo más hermoso que he visto en mucho tiempo. Por qué fue un gesto realmente genuino.
—Esta quedando perfecto —susurre al ver mi dibujo.
Deje la colilla en donde siempre, mire de nuevo el dibujo del par de ojos pero siento que algo le falta, algo pequeño, creo que es el resto del rostro, no lo se.
Cerré mis ojos para tratar de recordar al señor DeLacroix pero no funcionaba, creo que fue una muy mala idea dibujarlo, detesto dejar mis pinturas o dibujos a medias. Me frustra no poder completar mi trabajo.
Mire hacia la puerta cuando escuche que tocaban, mi ceño se frunce un poco por que es algo tarde, no espero visitas a estas horas, así que fui a mi habitación para tomar el b**e que tenia por si acaso.
Con el b**e en mano abrí la puerta, iba a alzarlo cuando vi al señor DeLacroix estar parado frente a mi.
—¿Señor DeLacroix? ¿Qué hace usted aquí?
—El b**e ¿era para mi?
—Lo siento —lo lance hacia algún lado—, es que no espero visitas y mucho menos a estas horas.
—Lamento haber llegado así y mucho más a esta hora —rio de manera nerviosa—, es que tenía que hablar contigo.
—Oh entiendo.. Pero antes de que me diga cualquier cosa ¿Como supo donde vivo?
—Bueno, como me dijiste esta tarde. Existe el internet, no fue difícil encontrarte, tu amigo Damon me dijo en donde vivias. Fui al sitio en donde hiciste tu exposición y me dieron la información de Damon.
Damon es un traidor, el sabe que no me gusta que den mi información a nadie, sin excepciones.
—¿Por que esta aqui?
—Ah es que, tengo que preguntarte algo..
—Claro, pase por favor.
Me hice a un lado para dejarlo pasar. El se quedo en medio de la sala mirando toda la cantidad de cuadros que habían en mi sala.
—Lamento el desorden —volteo a verme—, cuando trabajo suelo ser muy desordenada.
—Tranquila —me sonrio un poco.
—Bueno —camine hacia el sofá y quité todo lo que había en el—, siéntese ¿quiere algo de beber?
—No, así estoy bien.. —se sentó en el sofa.
—Entonces dígame a que vino —me senté a su lado.
Comenzó a contarme sobre su amigo. Su amigo está casado, su esposa ama mucho el arte y este quiere regalarle un cuadro a ella, por eso vino hasta aquí, para que yo lo hiciera. La verdad me emociona mucho que haya pensado en mi, por que me dijo que tiene muchos conocidos que son artistas.
Eso me halaga demasiado.
—Entonces quiere que yo lo haga.
—Bueno, si tu quieres y está en tu disposición.. El cuadro es para su cumpleaños, que es en dos meses ¿Crees que puedas hacerlo?
—Pues si, claro que puedo.. —le asentí.
La verdad es que no tengo muchos cuadros que hacer o que pintar, de hecho no tengo nada mejor que hacer así que eso sería un dinero extra para mi.
—Excelente, llamaré a mi amigo para reunirnos con el y te diga que es lo que quiere hacer ¿estas de acuerdo?
—Claro que si señor DeLacroix, de antemano le agradezco mucho por haber pensado en mi para el cuadro.
—No hay de que, creeme que como conocedor del arte, puedo ver que tu tienes mucho talento —miró al frente— ¿Es tuyo?
Señaló el dibujo que estaba haciendo, lo había dejado sobre el caballete. Yo lo mire y le asentí, me daba un poco de vergüenza que viera que hice ese dibujo.
—Espera... ¿Soy yo? —se puso de pie y fue hacia el caballete— Claro que soy yo.. Son mis ojos, mi lunar.
—Lo siento, yo...
—No, no te disculpes —me miró—, es fascinante, los detalles que has puesto, hasta el lunar que está debajo de mi ojo, de verdad que esto es hermoso.
—¿Usted cree? ¿Le gusta? —el asintió— Lo siento si lo dibuje pero, sus ojos no salían de mi mente —me puse de pie y me posé a su lado para mirar el dibujo—. Por eso comencé a dibujar sin parar, pero siento que algo le falta —suspire—, no se que es, pero siento que algo falta.
—Bueno, yo no creo que haga falta algo —me miró—, esta perfecto a decir verdad.
—Gracias —sonreí un poco—. Puede llevárselo —lo tomé en mis manos—, es todo suyo.
—¿Me lo puedo llevar?
—Claro que si, se lo regalo, además, usted me ha recomendado para hacer un cuadro, cosa que para mi es una maravilla, de verdad que se lo agradezco mucho —le entregue el dibujo—, usted me ha salvado la vida, esta es la segunda.
El sonrió un poco, pero en sus ojos pude ver lo que vi esta tarde, una sonrisa pero mediante su mirada. Aquello me parecía tan fascinante de ver, creo que esto era lo que me faltaba, una sonrisa así.
La verdad es que yo desde hace tiempo, no estaba a solas con un hombre. Jamás lo permiti por que no me agrada, pero el me hace sentir cómoda y sobre todo, segura.
—De verdad tienes mucho talento Amelie —miró el dibujo—, es hermoso lo que haces, lo que plasmas, todo.
—Gracias —me miro—, usted ha sido la unica persona que me ha dicho eso.. Lo aprecio, por cierto ¿Se comió los pastelillos?
—Si —asintió—, con un buen café negro y amargo, estuvieron deliciosos, de hecho tengo uno en mi refrigerador —sonrio—, me lo comeré mañana.
—Es un alivio saberlo —suspire—, créame que no soy buena en la cocina, soy todo un desastre. Ejemplo es mi departamento.
—Estas joven, es normal.. Oh Dios, lo siento —se tocó la frente—, lamento si hablé demasiado.
—Bueno, joven si estoy... Tengo veinticinco.
—¿En serio? Vaya..
—¿Y usted? —pregunté— Yo si tengo mucha curiosidad.
—Treinta y ocho.
Aquello si me impresiono, la verdad es que no aparenta la edad que dice que tiene, aunque puedo ver un par de canas en su oscuro cabello.
Ahora que lo noto, es muy alto, además de atractivo y eso que no suelo decir eso a menudo. Para mi los hombres son eso, hombres. Aunque puedo ver que el es todo un caballero, claro que lo es por que no se propaso conmigo cuando me quede en su casa.
Se ha portado como un caballero conmigo.
—Debo irme —dijo el—. Mañana hablaré con mi amigo para darte los detalles de lo que quiere para el cuadro, tu solo ponle el precio ¿si?
—Es una buena idea —reí un poco—. Espere.
Busque un bolígrafo y camine de nuevo hacia el, tomé su gruesa y enorme mano para anotar mi número de teléfono. Al estar cerca, pude oler su perfume, vaya que se huele que cuesta unos cuantos billetes.
—Llámeme cuando concrete algo ¿bien? —nos miramos— Estaré al pendiente.
—Claro, buenas noches Amelie..
Camine hacia la puerta y la abrí.
—Buenas noches señor DeLacroix.
—Dime Dominic, por favor.
—Bueno, Dominic, ve con cuidado.
El me dio un asentimiento. Salió de mi departamento y comenzó a caminar por el pasillo, vaya que si es enorme por que pude ver su ancha espalda, se nota que hace ejercicio.
Se detuvo y se volteo, luego me hizo un ademán, luego bajó por las escaleras, yo cerré la puerta y me pegué a ella.
¿Que me pasa?
Eso me emociona, estoy emocionada por que voy a pintar un cuadro para alguien importante, por que debe ser alguien importante por que el señor DeLacroix es un abogado reconocido aquí en Washington. Está es una oportunidad de oro para mi, asi puedo ir siendo un poco más conocida y dejar el anonimato de una buena vez.
Es una gran oportunidad para mi.