Capítulo 3.

Dominic:

Recargue mi espalda en la silla, mire el reloj y eran las siete de la mañana, había trabajado toda la noche en este caso que me tenía un poco estresado pero por fortuna ya se cómo solucionarlo.

No es sencillo para mí trabajar en divorcios puesto que siempre hay peleas entre los involucrados y eso me estresa un poco, Pero en fin, es mi trabajo.

—Señor, buenos días.

—May, buenos días.

Ella dejo el café sobre mi escritorio.

—Gracias, oye ¿la chica que traje anoche?

—Se fue señor.

—¿Se fue?

—Si, esta mañana. Le dejé la ropa en el sofá, ella dormía... Cuando iba a verla, ya se había ido. Dejó todo ordenado en la sala.

—Entiendo, gracias por el café.

—No hay de que señor.

Ella se retiró de mi despacho, yo seguí en mi café. No me dió tiempo de ver a Amelie, que mal que se fue sin despedirse.

Aquello me preocupaba un poco. Puesto que la encontré en la calle corriendo, estaba mojada y pálida. Me dió mucha tristeza verla así, no se por qué, tampoco se por que la ayude, por qué la traje si no la conozco lo suficiente, solo la he visto una vez.

En fin, ella se fue.

Seguramente volverá por el resto del dinero que le debo.

Seguí en mi trabajo, dejando los últimos detalles para el juicio que tengo en unas horas.

Debo reunirme con mi hermano también, puesto que lo deje plantado anoche para ayudar a Amelie.

Después del juicio del divorcio, tengo que trabajar en un par de casos más. Por lo general no suelo trabajar en casos grandes, al menos que mis servicios sean requeridos en dichos casos. Nunca es sencillo trabajar en esto, pero es una hermosa vocación y me gusta hacerlo.

Ofrezco mis servicios de manera gratuita la mayoría de las veces, eso con el fin de ayudar a las personas que no tienen como pagar un abogado, así que me ofrezco de vez en cuando.

Honestamente me encanta hacer lo que hago, estar en los tribunales y los juzgados es lo que más me gusta hacer.

Fue una gran decisión ejercer las leyes.

(...)

Más tarde.

Después de aquel divorcio, en dónde todo salió de manera favorable para ambas partes, salí a comer con mi hermano.

Se lo debía después de haberlo dejado plantado anoche por ayudar a Amelie. Era lo menos que podía hacer.

Entré al restaurante y busque a mi hermano, el alzo la mano para que fuese hasta allá, al llegar ví que también estaba Sonia, su esposa.

—Hermano, Sonia, que gusto verte —ella se puso de pie para darme un abrazo.

—El gusto es mío, espero que no te moleste que almuerce con ustedes.

—Para nada, sabes que te aprecio —me senté—, hermano, lamento no haber ido a cenar anoche.

—No te preocupes Dominic, más bien dime qué sucedió que no llegaste.

—Pues fue un poco loco lo que me sucedió —reí.

Le conté lo que me pasó, también de como auxilie a aquella chica, no perdí ningún detalle puesto que me gusta ser honesto con mis cosas y con todo lo que me sucede.

—Dios pero ¿Está bien esa muchacha? —preguntó Sonia.

—Lo está o eso creo. Se fue de la casa sin despedirse, tampoco pude llamarla por qué no se su número.

—Fue un poco arriesgado hacerlo hermano, pudiste haber encontrado a una ladrona.

—Es cierto, pero no fue así, de hecho Amelie es artista, yo compré uno de sus cuadros hace poco, tiene un talento nato.

—¿De verdad? Vaya que eso fue mucha casualidad cuñado —ella rió un poco.

—Pues si, eso creo..

Yo no soy creyente de las casualidades, mucho menos del destino o ese tipo de cosas, la verdad soy un hombre muy escéptico, no tengo creencias o ese tipo de cosas, en lo único a lo que le soy fiel creyente es a la verdad.

Soy un hombre extremadamente honesto, desde que comencé a ejercer mi carrera en leyes, me hice un juramento de siempre decir la verdad ante cualquier situación, sea cuál sea.

Creo que esa es una de las razones por las cuales a nadie le caigo bien, no soy de mentir para caerle bien a los demás i sentirme superior, la verdad que eso no es para nada lo mío.

Por eso, cuando soy abogado de oficio, no ofrezco mis servicios a delincuentes, asesinos o mentirosos. Ese tipo de acciones no van para nada conmigo, por qué mi lema es siempre hacer justicia y decir la verdad.

También en verle los dos lados a la moneda, ser imparcial pero también honesto. 

—Cuéntame ¿todo bien con Jared en la universidad? 

—Oh todo bien, ya sabes, obteniendo los mejores puntajes —el rio—, no falta mucho para que se gradue, de hecho está trabajando en su tesis. 

—Oh ¿Y como le está yendo? 

—Muy bien, estoy ayudándolo un poco con ello, ya sabes como es, no le gusta que nadie lo ayude. 

—Se parece mucho a ti —rei. 

—Oh en eso estamos de acuerdo Dominic, Jared es muy parecido a su padre —Sonia sonrió—, pero cambiando de tema, ayer me reuní con Malena —mire a Sonia. 

—¿Ah si? ¿Como esta ella? 

Pregunte, queriendo parecer poco interesado por ella. Hace mucho que no sabía ni escuchaba nada relacionado con ella. 

—Esta muy bien, regreso para seguir en su tienda —ella me miró un poco apenada—, se que no te agrada escuchar de ella pero.. 

—No, no, ya no me molesta —sonreí—, lo mío con Malena terminó hace muchos años. Somos adultos y aprendí a superarla. 

La mesa se quedó en un silencio muy incomodo, supongo que ella esperaba que reaccionara de buena manera o quizá no, ya que ella es muy amiga de Malena y hace mucho tiempo ella y yo estuvimos juntos. 

Las cosas entre Malena y yo no funcionaron y decidimos separarnos por el bien de nuestra salud mental, ya que no estábamos pasando por un buen momento ninguno de los dos. Por eso decidimos que lo mas sano era separarnos. 

Yo era demasiado aburrido para ella. 

Además de que no pude darle lo que ella tanto anhelaba. 

Así es la vida. 

(...) 

Luego de almorzar con mi hermano y mi cuñada, regrese a la oficina a adelantar algunos trabajos que tenía pendiente. Algunos eran de casos de custodia y otros de divorcios, algo que para mi es sencillo, ya que los casos penales son un poco mas complicados y más complejos de ejecutar. 

En la firma de abogados que tengo, cuento con al rededor de quince abogados, todos expertos en la rama de las leyes, casi siempre me reúno con ellos para hablar sobre sus casos y algunas veces los ayudo con algo de asesoría para que sus casos sean mas llevaderos. 

 —Señor. 

—¿Si? —alcé la vista hacia mi secretaria. 

—Hay una chica que lo busca —hizo una pequeña mueca—, dice que usted la conoce. 

—¿Esa muchacha tiene nombre? 

—Amelie Leonard. 

—Hazla pasar por favor.. —ella asintió. 

Me puse de pie cuando mi secretaria salió. La puerta se abrió dejando ver a Amelie, traía un vestido color marrón bastante largo una chaqueta de cuero encima y una caja en sus manos. 

—Hola. 

—Amelie, que gusto verte. 

—Lo mismo digo señor DeLacroix —me dio una sonrisa de labios cerrados. 

—¿Como supiste en donde trabajo? 

—Bueno, es que usted es abogado, además existe un sitio llamado internet, así que no fue tan difícil encontrarlo.. De hecho fui hasta su casa para darle esto —alzó la caja—, pero no lo encontré así que me arriesgue a venir hasta acá. 

—Lo aprecio ¿Y que hay en la caja? —ella se acerco a mi. 

—Son pastelillos de canela, los hice yo misma —no me miro—. Fue un verdadero reto hacerlas —me miro—, ya que no se cocinar. 

Me extendió la caja que traía en sus manos. Yo la tome, dentro de ella se veían cinco pastelillos que a decir verdad, no lucían para nada apetecibles. 

—Gracias, los probare. 

—Espere —detuve mi acción—, no los coma si yo estoy presente. 

—¿Por que?

—Asi me evito la vergüenza de verle la cara cuando los coma.

—Oye, no se ven tan mal.

—No mienta por convivir —se cruzó de brazos. 

—Bueno, no lucen como algo que cualquier ser humano comería.. 

—Oiga.. 

—Lo siento, me pediste que no mintiera y eso estoy haciendo —ella rió—. Quizá sepan mejor de lo que se ven. 

Abrí la caja para tomar uno y comerlo, la verdad es que estaban buenos. Aunque el aspecto no lucía para nada bien, estaban bien cocidos y dulces. 

—¿Y? ¿si saben bien?

—Si, saben bastante bien..

—Dijo que no mentiría. 

—Y no lo hago, de verdad —deje la caja sobre mi escritorio—, están deliciosos, los llevaré a mi casa para comerlos acompañados de un cafe. Gracias. 

—No, las gracias se las debo yo a usted por haberme salvado —suspiro—, fue mi héroe anoche. 

—No hay de que Amelie, pero dime ¿Todo está bien? ¿Tu estas bien? 

—Lo estoy, recupere mis cosas y afortunadamente no tenia dinero encima así que todo está en orden.. Y de nuevo gracias por haberme salvado. 

—No hay de que. Gracias por los pastelillos. 

—De nada, por cierto... El dinero que me debe.

—Puedes pasar a mi casa cuando quieras y te los daré. 

—No, no los necesito aun —fruncí el ceño— es que aun tengo la mitad y vendí mis obras así que podría guardármelo ¿si?

—Con gusto, estarán en mi casa, puedes ir por el cuando lo necesites. Y me alegro que hayas vendido todos tus cuadros. 

—No fue mucho lo que hice la verdad, pero algo es algo —ella sonrio un poco—, de nuevo gracias por haberme auxiliado señor DeLacroix, de verdad que fue como un ángel en mi camino. 

—No hay de que y por favor —me acerque más a ella—, cuando sea de noche, no andes sola ¿bien? Anoche por que pasaba por ahi, pero no se sabe que pase la próxima y espero que no haya próxima. 

Ella me miro, se quedo por un momento detallando mi rostro, luego asintió en silencio. 

—Debo irme —retrocedió un par de pasos—, que disfrute los panecillos señor DeLacroix. 

—Lo haré, cuídate mucho Amelie. 

Ella asintió de nuevo, luego termino yendose. Al menos se que ella esta bien y que no paso nada malo despues que se fuera de mi casa. Me senté de nuevo en mi escritorio y tome el pastelillo que me estaba comiendo, la verdad es que si estaba delicioso. 

No soy amante de lo dulce, pero esto podría comerlo muy seguido. 

Tome mi teléfono ya que estaba sonando. 

—Habla Dominic. 

—Amigo, habla Pierce. 

—Pierce, que bueno oirte querido amigo ¿como estas?

—Pues bien, todo perfecto.. Seré directo, necesito un favor tuyo. 

—Claro, siempre y cuando esté a mi alcance. 

—Bueno sabes que mi amada esposa ama el arte tanto como tu, entonces quisiera un cuadro. 

—¿Un cuadro? Pero Pierce, sabes que no vendo mis cuadros, son colecciones.. 

—Lo se, lo se... Lo que quiero decir es que necesito que contrates a un pintor, tu conoces a muchos de ellos, es para hacer un retrato de mi esposa para su cumpleaños que es un par de meses. 

—Vale pero ¿Por que no lo haces tu? —rei. 

—Es que quiero que sea sorpresa, si le pregunto a ella por un pintor va a comenzar a hacer preguntas y quiero que todo sea sorpresa. 

—Entiendo, pues puedo llamar a un par que conozco.. De hecho conozco a una artista perfecta para el trabajo, es muy talentosa. 

—¿Ah si? ¿Quien es? 

—Ella prefiere el anonimato. Hace poco compre una de sus pinturas, creeme que tiene un talento excepcional, Lana amaría la pintura. 

—Perfecto entonces, llámala y pídele que se reúna contigo y conmigo, quiero que el cuadro quede perfecto.

—Por supuesto. 

—Gracias Dominic, te debo una grande. 

—Oye no hay de que, eres un amigo así que no te preocupes.

—Bueno, llamame cuando hables con ella.

—Claro —el colgó la llamada—, joder... No tengo el numero de Amelie ¿Como lo encuentro? —susurré. 

Sonreí al recordar sus palabras sobre el internet. Voy a buscarla a ver que encuentro de ella. Esta seria una gran oportunidad para ella, para que deje el anonimato y se anime a ser una profesional, por que en mis años de coleccionista, se que ella pinta de manera no profesional ya que en donde hizo la exposición era un lugar poco conocido y no en una galería. 

No conozco a Amelie, pero si reconozco un talento cuando lo veo. 

Y ella es realmente talentosa. 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP