Madelin estacionó su auto en la vereda, cerraba su auto y se desplazó por el pequeño jardín que estaba en la entrada de la propiedad.
Tocó a la puerta y esperó. Al cabo de varios minutos la puerta se abría ante la mirada sorprendida de la mujer.
-Madelin…que sorpresa-.
-Pasaba por aquí, a veces son solo coincidencias-.
-Claro…pasa, estás en tu casa-. Se miraban fijamente, aunque Madelin tenía claro el motivo de estar allí, parecía una sorpresa completa.
Pasaron al interior y al cabo de varios minutos, una copa grande con una exquisita bebida de piña era entregada en su mano.
-Piña, me encanta-.
-Oh si la piña es deliciosa…-.
-Quería hablar contigo, quizás no sea importante o quizás si lo sea, pero creo que es la hora de hablar con la verdad, puede ser cruel, puede ser muy dura, pero eficaz-.
-Entonces dime tu-.
-Prefiero que inicies, es mejor así, si no parecerá un interrogatorio-. Las dos mujeres se miraron por unos segundos tan fijamente, que la mirada profunda de Madelin, causó pen