Mundo ficciónIniciar sesiónAriadne
-¿Dónde estamos? – pregunto, puedo escuchar el miedo en mi voz.
- No te preocupes, solo son hombres no te harán daño –dice cuando un hombre de unos 50 años se acerca a la camioneta y abre la puerta del piloto.
- ¡Dio! Matteo – dice el hombre, lo sujeta del cuello y le da un abrazo – estaba preocupado, no respondías a las llamadas y no sabíamos que había pasado, tu madre ha estado llamando como loca, si no le dices que estas bien, vendrá ella misma.
- Estoy bien papá – dice – además no actúes como si no te agradara esa idea – padre e hijo se ríen, siento algo en el pecho al ver esa escena, así que aparto mi mirada de ellos, bajo mis ojos no quiero que nadie me vea – piccola – me llama Matteo supongo que ese es su nombre.
- Dime – no levanto mi rostro.
- Piccola, levanta la mirada – mi cuerpo esta tan acostumbrado al maltrato que al escuchar que me levantan la voz, se vuelve sumiso y obedece todo, me topo con 2 pares de ojos azules, pero mis ojos no van al hijo, si no al padre, porque yo lo conozco es Dom Ambrosetti... m****a.
- Don... Don Ambrosetti – susurro.
- Buenas noches, Ariadne – me da una pequeña sonrisa, pero ese mero gesto me tiene temblando del miedo, espera un momento si don Ambrosetti le dijo a Matteo "hijo" eso quiere decir que yo....
- No lo sabía – le digo y no separo mis ojos del Don – le juro que no sabía que era su hijo Don Ambrosetti...
- Tranquilízate, sé que no tienes malas intenciones – dice y se hace a un lado para que otro hombre ayude a Matteo, que no ha apartado su mirada de mi - ¿estas lastimada?
- No.
- Si – decimos Matteo y yo al mismo tiempo, mis ojos salen disparados a los suyos.
- Dime ¿dónde estas lastimada? – vuelve a preguntar, abre la puerta de mi lado y dejo escapar un pequeño grito, el hombre me observa de pies a cabeza y frunce el ceño – ya veo... - se aclara la garganta – veo que es el tobillo.
- No se preocupe, de verdad que estoy bien – intento salir del coche lo más rápido posible – no tiene que preocuparse por mí, Matte... digo el señor Ambrosetti tiene una herida en la pierna derecha, hay que sacar la bala, solo puede hacerle un torniquete – le susurro - lamento no ser de mucha ayuda.
- No desprecies tu talento y amabilidad – me extiende la mano y yo la observo – si mi hijo te trajo es porque desea asegurarse que estas bien, déjame llamar a Geo...
- ¡No! – grito y al instante me cubro la boca... maldita bocaza la mia, mira que venir a gritarle al capo – por favor no le llame, ni siquiera sabe que estoy aquí – junto mis manos – per favore ti prego – estoy a punto de arrodillarme si es necesario, pero siento que unos brazos rodean mi cintura y sé que es Matteo.
- No lo hará, piccola no tienes porque rogar y arrodillarte – no aparto mis ojos del Don, me observa detenidamente, así que veo el momento en que se da cuenta de mi situación, su rostro no expresa nada, pero sus ojos... sus ojos si.
- Matteo tiene razón, si no lo deseas no se hará y nadie mencionará nada – vuelve a extender su mano y se acerca, por instintito yo retrocedo un paso y choco directamente con el pecho de Matteo.
- Yo la llevare papá, no te preocupes – Matteo pasa una mano por mis hombros y yo me doy la vuelta para pasar un brazo por su cintura.
- Esta bien – dice – el doctor está esperando, vamos a que los atiendan – Don Ambrosetti ayuda a su hijo, no levanto mi mirada del suelo, voy cojeando todo el camino, al llegar el doctor nos indica que nos atenderá en habitaciones separadas, pero Matteo se reúsa.
- ¡¡No quiero, joder!! - le grita - la vas atender enfrente de mi, donde yo pueda verla – esta sentado en la camilla, tiene su mano firmemente en mi cintura.
- Esta bien – le digo y le doy una pequeña sonrisa – deje que el doctor lo revise, lo suyo es más complicado que un posible caso de esguince en mi tobillo.
Me observa por un rato y asiente con resignación, Don Ambrosetti me acompaña a la otra habitación, me ayuda a sentarme en la camilla y con cuidado levanta mi tobillo izquierdo – no lo veo tan mal – dice – pero esperemos al doctor.
Al cabo de 30 minutos la puerta se abre de golpe, veo a entrar al doctor y detrás de el a Matteo en una silla de ruedas – revísala – le ordena al doctor, que se acerca con una sonrisa agradable, bajo mi mirada observando mis manos.
-Hola ¿Cómo te llamas?
- Ariadne – le susurro – Ariadne Fontana.
- Muy bien señorita Fontana, voy a revisarle el tobillo – se acerca a mi pierna, con mucho cuidado levanta mi pierna y la examina – si, es posible que sea un esguince en tu tobillo – dice, mueve mi pie de un lado a otro y me muerdo el interior de la mejilla para no gritar de dolor – yo... - carraspea, levanto mi mirada y veo que esta observando, siempre he dicho que soy una idiota y esto lo confirma, la falda del overol se ha subido a medio muslo, dejando a la vista los moretones que siempre están en mi cuerpo – eso no es reciente – me dice.
- Yo... - susurro, busco en mi mente una excusa – soy torpe doctor, no se preocupe.
- ¿Torpe? – escucho la fría voz de Matteo y lo observo – torpe mi culo – se levanta de la silla de ruedas y camina hasta que esta enfrente de mí, m****a ¿Qué le pasa? Por instinto, me safo del agarre del doctor y me arrinconó al final de la cama - ¿Quién fue? – pregunta, lo veo asustada – dime Ariadne ¿Quién fue el maldito que te ha hecho eso? - susurra despacio, pero con enojo.
Lo observo con miedo, ¿Por qué quiere saber? – na... nadie – digo entrecortadamente, un grito de horror se me escapa, cuando le pega al marco de la cama y se me acerca un poco más, hasta el punto de estar nariz con nariz.
- No te lo voy a volver a preguntar – sus ojos viajan por mi rostro y cuello en el cual se detiene, llevo mis manos al cuello para tapar la muy obvia evidencia, pero ya es demasiado tarde – quitas tus manos de allí y contesta mi pregunta.
-No... fue... nadie... soy torpe – le vuelvo a decir, pero no está conforme con eso, una mano sale disparada hasta tomar mi nuca, su mano se enreda en mi cabello y levanta mi rostro.
- ¡Matteo! Suéltala – su padre esta a su lado.
- No, hasta que ella responda – me dice sin apartar sus ojos de los míos - ¿Quién. fue? No colmes mi paciencia Ariadne, porque no te va a gustar lo que va a pasar.
Mis ojos se mueven hasta llegar a los del don pidiendo ayuda – por favor – le susurro – solo por favor – Matteo suelta mi cabello y sale de la habitación aventando la puerta a su paso. Dejo escapar un susurro de alivio.
-Termine de revisarla doctor, por favor – el doctor termina de revisar mi tobillo en silencio, cuando termina me da algunas indicaciones y sale dejándome con Don Ambrosetti – ¿Tienes algo que decirme? – pregunta y niego con la cabeza, escucho su suspiro – está bien, quédate y descansa, buenas noches piccola – sale y cierra la puerta, me quedo un momento en silencio observando por la ventana la fría noche, se que si decido volver a casa esta noche un frio insoportable estará esperando por mí.
Solo por esta noche, solo esta noche me quedare en esta agradable habitación de hospital, que ha sido la mejor que he tenido en toda mi vida, tomo una de las frazadas que el don dejo y me acomodo para poder descansar un poco ¿Quién sabe cuándo poder disfrutar de estos lujos?
Matteo
Maldita sea ¿Por qué me molesto ver los moretones en sus piernas? ni siquiera la conozco...
Regreso a mi habitación y me dejo caer de golpe en la cama ¿qué me pasa? La chica estaba aterrada y yo termine de asustarla más, dio... soy un imbécil, ese pobre ángel me ha de temer ahora. Suspiro y cierro los ojos, estoy a punto de quedarme dormido cuando escucho la puerta abrirse sin que abra los ojos se quien es.
- ¿Cómo esta? – pregunto.
- Esta bien – mi padre toma asiento en la silla que esta cerca de mi – estaba asustada - eso hace que abra mis ojos, observo a mi padre sentado, con una mano en su barbilla me observa fijamente - ¿Qué fue lo que paso allí?
- No lo sé – confieso – yo solo...
- ¿De donde la conoces?
- Ni siquiera la conozco - es verdad - ella choco conmigo en el callejón que estaba, estaba a punto de llamarte para decirte lo que había pasado, cuando ella entro corriendo y choco conmigo...
- Mmmmm... - no se porque me mira así, pero esta empezando a molestarme.
- ¿Por qué me miras así? - pregunto con una mirada confusa.
- ¿Así? - dice y ríe - ¿Cómo te miro?
- Papá, no te hagas el gracioso, sabes a lo que me refiero...
- Solo estaba pensando y procesando tu reacción – me dice y se levanta, se acerca a la puerta y llama a la enfermera – Puedes traernos la cena – la enfermera se va y vuelve a sentarse – así que... ¿ella fue la que grito en la llamada?
- Si – logro sentarme y en eso recuerdo la reacción de Ariadne al ver a mi padre - ¿la conoces?
- Si - dice con un encogimiento de hombros – yo conozco a todo el mundo que esta en mi territorio.
- ¿Quién es? – pregunto, tengo curiosidad quiero saber quien es la chica de los bellos ojos ¿Por qué quiero saber de esa mujer? la enfermera entra con la cena, nos deja y mi padre aguarda un momento.
- Ariadne Fontana Vittielo – dice al cabo de un rato, me detengo de golpe ¿es hija de ese asqueroso? ¿Cómo una mujer tan bella puede ser hija de ese maldito hombre? – es una hija bastarda, el imbécil de Gabrielle embarazo a una prostituta de uno de los clubes y la dejo a su suerte, la mujer dijo que la dejo en un orfanato al nacer, pero se equivoco de lugar, la llevo a un monasterio aquí cerca de Sicilia – maldita perra y estúpido Vittielo a mi mente sin querer aparecen imágenes de una niña de ojos imperfectos, siendo lastimada y siento como mi enojo crece, siento como mi sangre hierve de enojo, quiero matar a esos malditos por lastimar a un bello ángel – cuando la niña tenia 5 años, Vittielo la encontró y la llevo con él, tu madre y yo la fuimos a conocer y darle la bienvenida a la famiglia.
- ¿Mamá y tú la conocieron? - asiente – pero nunca la hemos visto en alguna fiesta y eso que el maldito siempre quiere lucirse.
- No estoy seguro de nada hijo, pero... - se pasa una mano por su cabello – esa chica a sufrido y sigue sufriendo en casa de los Vittielo.
- ¿Por qué estas tan seguro? – yo también lo pensé, desde el momento que me di cuenta que ella apartaba sus ojos de los míos, como si no quisiera que la observaran.
- Todo su cuerpo y su comportamiento hablan de maltrato – me observa y ladea la cabeza - ¿Por qué miras a la comida como si quisieras matarla?
Lo que dice mi padre es cierto, sus manos están lastimadas, su ropa se mira peor que la de un vagabundo, sus bellas piernas blancas están llenas de moretones ¿Quién sabe si el resto de su cuerpo también?... ¿Por qué demonios estoy pensando en su cuerpo blanco debajo de mí, gimiendo mi nombre?... uy...
-No es nada – me aclaro la garganta - ¿Qué más sabes?
- Solo eso – me dice – tu madre estará aquí mañana...
- ¡¿Qué?!! - grito e intento bajar mi pierna, pero me detengo al sentir el tirón de dolor - ¿Por qué la has llamado? – rueda sus ojos y me ayuda a poner la pierna en alto.
- Tu madre lo sabe todo – dice – yo ni siquiera la llame, solo me dijo: "voy para haya, se que a mi bebé le paso algo y tú no me lo quieres decir viejo gruñón" ¿Por qué me dijo gruñón? ni idea – me rio de mi padre, porque tiene razón madre lo sabe todo... maldita sea mi suerte.







