Aquel día en la oficina, era un verdadero caos, tuve que ponerme al día con el trabajo acumulado y mi jefe tenía un humor de perros. No dejaba de gritar a todo el que entrase en su oficina, incluso a mí me chilló en un par de ocasiones.
Pasaba las citas a limpio, cuando un repartidor llegó a nuestro departamento, con un enorme y bonito ramo de flores en la mano, era precioso, de claveles en tonos rosas, tenía como tres tonos diferentes de rosas y había una blanca en el centro.
Agarré la tarjeta, para leer la nota, quizás eso p