Veo la alta e imponente figura de Mariano Hans marcharse, con la cabeza agachada y la postura reducida a la miseria.
Intento pensar en todo... Una parte de mí, siente el corazón latir con prisas porque su sueño de adolescente se ha vuelto realidad. Mariano me ha dicho que está enamorado de mí.
Pero otra parte de mí, la que fue a esa cena, la que vio a Kiara irrumpir en su casa, se siente decepcionada de amarlo.
Una enfermera entra, su sonrisa es cálida.
—Señorita Fatima. Va a entrar el doctor. —arroja la mujer de mediana edad y se lleva algunos papeles que habían estado acomodadas en un sillón.
Me quedo esperando al doctor, es lo que se suponía que pasará. No quiero ver a nadie, pero es necesario si quiero salir de aquí pronto.
Después de que lo corrí, necesito la distancia entre él y yo, nuestro reencuentro solo ha traído desgracia, y esta tiene que ser una señal del destino, aunque mi yo interno se niegue a aceptarlo.
La puerta se abre con suavidad. No es Mariano ni es nuevam