Narrado por Fatima Hneidi:
Me toco el vientre sin pensarlo. Es un gesto involuntario, casi instintivo, no debería de hacerlo en este lugar donde estoy extremadamente expuesta. Mi estómago se mueve con agresividad, como si supiera que estoy a punto de hacer algo que podría cambiarlo todo. Algo que podría poner en riesgo lo poco que he logrado construir. Me detengo frente al portón de hierro de la mansión Hneidi. El aire huele a jazmín, pero no me tranquiliza. Me arde el pecho. Me arde la historia. No pienso decir que estoy esperando un bebé. No pienso mendigar nada. Únicamente mi libertad. Se supone que he decidido casarme con Zayd Al Rami para darle una familia estable a mi bebé, nadie puede saber qué estoy esperando un hijo, hasta que no sea una mujer casada. Esto con la finalidad de no levantar sospechas de la paternidad de mi futuro esposo, y de cuidar de mi reputación.
No pienso más. No divago en las cosas que me preocupan. Toco el timbre.
Los guardias me miran con sorpresa. No