Ataque de pánico.

—Mariano Hans, otra vez. —su voz es seca, como si fuera una orden más que una introducción a lo que viene. —. ¿Lo pensaste?, ¿pensaste en lo que es tu deber? —me pregunta, puedo sentir la ligera burla en su tono.

Trago saliva. No hay lugar para rodeos. Me aferro a la única carta que tengo: la seguridad de mi familia.

No puedo permitir que se pierda el patrimonio de mi familia, y menos perder a mi hermana...

A pesar de todo, amo a mis padres. No saben vivir de otro modo al que viven. Y de alguna forma, creo que yo tampoco.

No sé si esté bien, o esté cometiendo un error nuevamente... Pero necesito conservar la empresa, he invertido tiempo y amor en ella. Si mi familia y yo nos quedamos en la calle, correremos aun mas peligro por haber desafiado a Omar Hneidi, y no tendremos ningún instrumento para defendernos si nos quedáramos sin capital alguno. Ni prestigio.

—Sí. Estoy dispuesto a casarme con Kiara… Y a renunciar a lo que siento por Fatima. Todo ha sido una confusión que se ha malinterpretado y no volverá a pasar. —arrojo ante la línea. Y me esfuerzo por sonar determinado, aunque me duele cada hueso de mi cuerpo.

No me gusta mentir. A pesar de mis cagadas, siempre he tratado de ser honesto.

Recibo silencio. Un silencio ensordecedor, pero a la vez corto, afilado. Como si estuviera decidiendo si dejarme vivir o hacer que desaparezca. Es difícil predecir a este demoníaco hombre.

—Bien, por fin estás empezando a pensar. —dice al fin. —, entonces esta misma semana te bautizarás en nuestra comunidad. No me interesa si crees o no. Necesitamos ese documento para la ceremonia legal, y también para la de la mezquita. Mi hija no puede casarse con un hombre que no sea musulmán, Fatma te explicará con detalles lo inherente a lo que significa, y te expandirá el conocimiento. En tu familia, sé que solo hay un ancestro árabe, y tu padre es un charlatán que le gusta vanagloriar de ello. —arroja Omar sin quitar su tono burlón.

Siento como si me estuvieran obligando a cruzar una puerta que no volverá a abrirse jamás. Un ritual no solo religioso… Es un contrato de sumisión. Omar Hneidi quiere que todas las personas de su entorno estén a su merced. Y se escuda en la religión, para poder meterse a las personas en su bolsillo.

Y no tengo nada en contra de esa religión, he leído al respecto, y es hermosa. Pero pienso que la entrada a una religión, debería de ser por convicción y fe. No porque un hombre te lo exija para que seas el marido de una esposa que no amas.

—Entendido. —digo, mordiéndome la indignación.

—Ah, y escúchame bien, Mariano. —añade, bajando la voz como si quisiera tallarme la amenaza en las orejas y en cada espacio de mí. —, Kiara está destrozada por tu traición. Te encontró de forma comprometedora con Fatima dos veces. Esta semana debes visitarla todos los días. Mostrarte arrepentido. Cuidarla como merece. Si veo una sola fisura en tu actuación… Tú y los tuyos la pagarán caro porque ya estoy harto de tener que amenazarte para que cumplas con tu palabra, me parece que de algún modo olvidas que eres un adulto.

Antes de poder responder, escucho un grito ahogado al otro lado del teléfono. Este hombre al parecer intenta que me quede sordo.

—¿Qué dijiste? ¿Fatima se escapó de la clínica? —rugidos secos se filtran a mi lado de la linea. —. ¿¡Cómo se atrevió esa inútil de Fatma a no servir ni para vigilar que la zorra estuviera ahí para que yo llegara!? ¡Cuando llegue a casa, se va a acordar quién manda aquí!

La furia de Omar se desata. Oigo cómo golpea algo, quizás una mesa. Maldice a su esposa con palabras que jamás imaginé escuchar de un padre. Y menos de un esposo que constantemente se muestra cómoda abnegado y complaciente. Y qué exige eso para su hija de mi parte...

¿Cómo me pide alguien de su calaña, que sea un esposo ejemplar? Él es un asco.

—¿Y ahora me dices que viene con Dana? ¿¡Esa vieja inútil!? ¡Yo no tengo tiempo para cargar con ruinas!, ¡me vale m****a que sea mi madre!, Fatma sabe que no es mas que una vieja alcahueta y sinvergüenza.

Cada palabra me confirma lo que sospechaba. Este hombre no tiene límites. Ni como padre, ni como esposo, ni como ser humano. En ningún jodido sentido es un ser que se puede considerar.

Y tengo que estar muy claro de todo esto, en el momento en que tenga que dar mi estocada.

—Mariano. —retoma, como si no acabara de escupir todas las maldiciones habidas y por haber en contra de su propia madre y su esposa. —, mantente firme. Visita a Kiara. En público, ustedes deben parecer una pareja perfecta. Después de tu primera visita, veremos cómo avanzamos con la libertad de Lauren. Pero no juegues conmigo… Si sospecho algo, tu hermana será solo la primera. Te lo juro por Dios que sí vuelvas a avergonzar a Kiara, sea como sea, me las vas a pagar y muy caro. —vocifera Omar, tornandose repetitivo para mí.

La llamada termina. El silencio que queda se vuelve una agonía para mí. Siento que acabo de pactar con el demonio... No tengo otra cosa con la que comparar al jodido hombre.

Subo al apartamento. Clark, la señora que siempre me ha apoyado en casa, me recibe con la dulzura de siempre, pero enseguida frunce el ceño.

—Señor Mariano… Usted parece un espectro. ¿Quiere que le prepare algo? —pregunta con interés, me escanea con la mirada.

Le sonrío con el poco músculo que me queda funcionando. Mi cuerpo se desploma sobre el sofá. La cabeza me late con cada recuerdo de la peor conversación.

Entonces, suena mi teléfono. Y ya no quiero volver a hablar, me duele.

Esta vez, Fatima.

Quiero contestar. Quiero escuchar su voz. Quiero decirle que nada está perdido… Pero no puedo. Aún no. Quiero decirle que la amo, y que estoy intentando protegerla... Pero no me extrañaría que mi teléfono esté intervenido. Que lo hayan hecho para poder averiguar dónde está Fatima.

—Ahora no puedo hablar. Lo siento, Fatima. —digo, cortando la llamada con el dolor más grande que he sentido en mi vida.

Clark me observa, preocupada. Sin preguntar, se retira y me deja solo en la miseria que experimento.

Al día siguiente, me pongo la máscara a la que estoy obligado a apegarme. Me visto con la armadura de actor que tanto me asquea y llego a la casa de Kiara.

Kiara Hneidi me espera en la sala de su casa, perfectamente arreglada, como si fuera una muñeca de porcelana. Maquillaje impecable. Vestido delicado. Ojos húmedos.

Kiara luce como alguien que jamás le haría daño a alguien. Siempre parece angelical.

—Hola, Mariano. —dice con una sonrisa contenida en su cara. —, me alegra que de verdad vinieras.

Asiento, fingiendo emoción.

—Claro, Kiara. Quería verte… Hablar contigo. —murmuro con los dientes apretados.

Nos sentamos. La conversación va de recuerdos de la universidad que decido compartir con ella para no hacer el momento aun más rígido, hasta los colores del jardín se torna una conversación entre nosotros. Nada es real ni tiene alma en lo que hablamos. Todo es vacío porque ella siempre actúa como una persona vacía.

Pero entonces, Kiara se inclina hacia mí. Su voz se torna seria después de hablar tantas babosadas.

Y me empieza a mirar, con demasiada intensidad.

—Tengo que confesarte algo. Y es importante, antes de nuestro matrimonio. —susurra Kiara. —, para acceder a una parte importante de la herencia familiar… Necesito tener un hijo varón.

Mi estómago se encoge. ¿Es este el verdadero propósito de Omar?, ¿qué Kiara tenga un hijo varón?, ¿pero por qué conmigo? Cualquier hombre podría darle ese hijo.

—Y tú eres la persona indicada. Estoy segura de eso. —agrega con una sonrisa. No hay emoción en sus ojos. Solo cálculo.

Asiento, mecánicamente. Cada célula de mi cuerpo grita por escapar. Pero no lo hago.

¿Se supone que quieren que embarace a Kiara o van a tenerme acorralado?

No quiero unir mi vida a través de un hijo con esa mujer.

Un hijo es algo sagrado...

Cuando salgo de la casa, con la mente hecha trizas, el mensaje que yo esperaba llega por fin.

—Lauren será liberada esta noche, bien hecho.

¿Kiara recibió un interrogatorio de parte de su padre para asegurarse de que yo la trate bien?

¿Así también la van a interrogar para saber si dormimos juntos después del maldito matrimonio?

Gracias a mi visita, van a liberar a Lauren. Es un alivio. Tengo que tener a mi familia segura. Un paso que me acerca a algo, aunque no sé si a la salvación o a la perdición...

Pero la pesadilla no termina.

Al llegar a casa, Clark me recibe, pero esta vez se acerca y me toma el brazo.

—Mariano… ¿hasta cuándo vas a permitir que destruyan tu vida? —me pregunta Clark, como si de alguna forma, estuviera leyendo mis pensamientos.

No tengo respuesta. Solo lágrimas que me niego a soltar.

Esa noche, me asomo al balcón. Afuera, el cielo parece estar en calma. Pero dentro de mí, se almacena una enorme ventisca de tristeza...

Cuando cierro los ojos, la voz de Omar y la de Kiara resuenan como un eco escalofriante dentro de mí: Un hijo varón. Esta semana. La ceremonia. Tu hermana. Fatima y las cosas que me he visto obligado a hacer para alejarla.

Siento que no puedo respirar.

Un escalofrío recorre mi espalda. Sé que algo está a punto de explotar. Y no hay escapatoria.

—Mariano, estás teniendo un ataque de pánico. Por favor, respira. Todo va a estar bien. Quédate conmigo. —puedo escuchar, en la lejanía, la fuerte voz de Clark.

Como un murmullo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP