Nicholas, no me quiso decir donde había dejado el arma y yo tampoco quería saberlo.
Quemamos los papeles que firmé antes de tirarle el tacón de aguja a mi padre, poniendo fin a una historia que ya estaba cerrada.
Llené de agua caliente la tina de mi baño y me sumergí en ella. Necesitaba cerrar los ojos y relajarme un momento. Desperté con el sonido de los pasos de alguien que entraba al baño, seguí haciéndome la dormida a ver si Nicholas, me sorprendía, incorporándose conmigo.
Pasaron algunos minutos y eso no ocurrió, entonces le dije:
—Cariño, ven conmigo. —Abrí los ojos, pero no había nadie en el lugar. Pensé que tuve que haber soñado el sonido de los movimientos, había estado sometida a tanto estrés que ya no sabía lo que vivía realmente.
Tomé mi celular, el cual estaba en la mesita a un lado, y le escribí un mensaje a mi famoso.
«¿Querrá mi rubio favorito venir al agua conmigo? Te necesito»
«¡Voy!», respondió.
Llegó y de inmediato empezó a desvestirse. Me mordí el labio y se me