LIAM POV'S

Estoy en la oficina, mientras sostengo una copa de whisky en la mano, miro a la nada, perdido en mis pensamientos.

Hoy se fue Jane del país, no sé que me pasa, en serio no lo entiendo. Pero no quería que se vaya.

Ella ya debe de estar en el avión, por un momento pensé en ir a ese aeropuerto y detenerla, y que se quedara aquí, pero luego recordé.

Yo decidí dejarla ir, ya no quería seguir engañándola de la forma en que lo hice, la engañe de la peor forma, de mil maneras, y me arrepiento.

Yo juré, le juré a ella y a sus padres, que nunca le haría daño de ninguna forma, y eso hice.

Le fui infiel con Cristal, hace más de un año esta se me había acercado y no precisamente como una amiga, la ignore unos meses, hasta que caí.

¿Por qué lo hice? No tengo idea, con Jane yo tenía todo, no me hacía falta nada.

Si la engañe con Cristal ¿Es porque ya no estaba enamorado de ella? Si no, no la hubiera engañado.

Mi teléfono de oficina suena, lo tomo.

—¿Sí?— contesto cortante.

—Señor, la señorita Cristal está aquí, ¿La dejo pasar?

Suspiro y acaricio el puente de mi nariz.

—Déjala pasar— ordeno para luego colgar la llamada.

En menos de un minuto ya tengo a Cristal frente a mí.

—¿Sabes? Creo que no le agrado a tu secretaria— dice.

—No le agradas a nadie de aquí— respondo cortante.

Es la verdad, todos me lo han hecho saber, a ella por igual.

—¿Y lo dices así por así? Deberías correrla, yo te ayudo a buscar otra— dejo mi copa en la mesa y la miro.

—No gracias, con ella estoy bien, no necesito tus recomendaciones.

—¿Qué te pasa? Estás muy raro hoy, me estás tratando supermal— me levanto de mi asiento y me posiciono frente a ella agarrando sus brazos.

—Discúlpame, pero no estoy de buen humor ¿Okay? Tampoco te debe interesar la manera en que te trate tú…— ella retira mis manos de sus brazos.

—¿Es cierto que Adrianita se fue del país?— pregunta ignorándome e interrumpiéndome, muerdo mi lengua.

—Sí, se fue— ella pasa sus brazos por mi cuello y la miro.

—Deberíamos festejar, que ella ya no estará entre nosotros dos, vayamos a esa casa en la playa que tienes— besa la comisura de mi labio, y yo me dedico a mirarla.

Sonrió sínico y aparto sus brazos de mi cuello.

—Ni festejaremos nada, ni iremos a ninguna casa en la playa— «¿Cómo sabe de ella?»— me mira enojada.

—¿Por qué no quieres ir? ¿Es por ella? ¡Liam dijiste que no la amabas!, ¡A ella se lo dijiste!— grita y cierro mis ojos del disgusto.

—A esa casa nunca te llevaré, tenlo claro y si, si le dije que no la amaba, la pregunta es ¿De verdad no la amo?— digo.

Ella da un chillido de frustración, y sale de mi oficina dando un portazo.

¿Por qué nunca la llevaré a esa casa?

Pues es sagrada para mí y para Jane. La compré cuando cumplimos tres años de novios.

Esa casa solo fue pisada por nosotros, esa casa tiene su esencia, nuestros recuerdos, el fruto de nuestro amor.

Nunca dejaría que alguna mujer que no fuera ella entrase ahí.

Miro la hora en mi celular, tengo que salir de aquí. Recojo mis cosas y salgo de mi oficina, le doy algunas indicaciones a mi secretaria y salgo de la empresa.

Cuando estaba en el parqueo me encuentro con Carlos, es el mejor amigo de mi Jane, este no me da una buena mirada.

Esta mañana entró a mi oficina gritando que era mi culpa que ella se fuera y dejara todo lo que tiene aquí a un lado.

Tal vez tenga razón, pero yo sé que ella volverá, ella lo dijo, pero ¿Cuándo será?.