El peligro que desborda tu mirada me mantiene anclada delante de ti, no me permite avanzar ni retroceder y me obliga a obedecer los instintos más salvajes de mi cuerpo.
Isabella
De nuevo siento que me pierdo en esto que me produce.es como si mi cuerpo solo deseara yacer bajo el suyo, pero no puedo, no puedo permitir que un maldito psicópata controle mi destino.
—¡Aléjate de mí! —Lo empujo con fuerza al tiempo que retrocedo—. ¡No vuelvas a tocarme con tus sucias manos! —advierto.
—De acuerdo, puedo hacer muchas cosas con tu cuerpo sin utilizar mis manos. —Sonríe de lado e intenta acercarse de nuevo.
—No te quiero cerca de mí, no quiero que vuelvas a buscarme, si te vuelvo a ver te juro que no voy a dudar de nuevo en llamar a la policía —apunto al tiempo que le doy la espalda para ir al ascensor.
Golpeo con fuerza las hojas metálicas al recordar que necesito el maldito código.
—No te voy a dejar ir, Isabella, es demasiado tarde para que andes en la calle, sola y sin tus cosas. —Señala e