Es muy pequeño, rosado y esta
llorando. Volteo a ver al joven doctor y lo encuentro
mirándome.
—¿Puedo entrar?.- Pregunto esperanzada y él asiente.
—Pero tendrás que ponerte algo
para entrar.
Vuelvo a asentir. Paso por alto como
me titubea, pero es mejor. No quiero
escuchar como me llaman señora.
El doctor me da un traje azul con un
cubre boca y me deja entrar cuando
estoy lista. Me acerco al pequeño y
sonrió al verlo de cerca. Intenta abrir
sus ojitos y luego de seis intentos más
lo logra.
Son de un verde brillante. Y yo que creía que los ojos de Ignacio
eran los
más hermosos que haya visto jamás.
—Lo llevarán a una casa hogar.-
Dicen a mis espaldas y mi mente comienza a procesar todo lo
que se sobre eso.
No me gusta la idea. Lo pueden
adoptar personas que maltratan o venden organismos...mi
instinto maternal salen a flote y tomo la pequeña mano del bebé. Su manita se
aferra a mi dedo
-¿Qué se necesita para adoptarlo?.-
Le pregunto al doctor y sigo observando con ternura al bebé.
-El