Todos los habitantes de la manada La Maat Ra, junto a los de la manada Luna Nueva, se encontraban reunidos en la cueva de las ceremonias. Estaban vestidos de manera muy elegante; algunos llevaban los trajes tradicionales de Egipto, sobre todo los más viejos, mientras que los jóvenes optaban por trajes modernos.
La cueva estaba iluminada, mostrando la belleza de su decoración. Horacio no había escatimado en gastos; su imaginación no tenía límites, además de que había leído los deseos de Bennu y Netfis, ayudado por Teka. Todos estaban expectantes. Amet se acercó a Horacio, notando su nerviosismo.— Horacio, ¿ya todo está listo? —preguntó Amet.— Sí, Amet, todo listo —respondió Horacio—. ¿Jacking ya llegó?— Sí, está allá cerca del altar —lo señaló Amet.&