La miré un rato a los ojos, viendo cómo comenzaba a ser devorada por las llamas sin inmutarse. Su hermosa piel comenzó a arder mientras ella seguía mirándome sin emitir una sola queja. Iba a girarme para marcharme y no ver cómo era consumida por las llamas, pero su voz me detuvo.
—Sé que no me vas a creer, Mat, pero yo te amo. Sé que voy a morir ahora, pero tú jamás podrás ser feliz, porque tú y yo somos uno —dijo con una tristeza que no entendía—. Tú eres el orden y yo el desorden. Tú eres la calma, y yo la locura. Yo soy todo lo contrario a ti, Mat, por eso no podemos vivir uno sin el otro. Y voy a regresar, Mat. Tarde o temprano, volveré. Y haré de tu mundo, y de todos aquellos que te importen, un infierno. Porque está en mi naturaleza. No puedo hacer otra cosa.Diciendo esto, lanzó su último suspiro. Pero el caos