124. CONTINUACIÓN
JACKING:
Cada vez que mi lobo aparece en esencia, la energía cambia, se vuelve más densa. Nicolás lo siente, lo sé, y eso es lo que necesito: que nunca olvide que mi autoridad está por encima de todo, incluso de sus dudas. Finalmente, me relajo y vuelvo a ser un hombre, aunque mi lobo permanece alerta, listo para intervenir si fuera necesario.
—¿La próxima Luna te convertirás en lobo? —pregunto, aunque sé la respuesta.
—Sí, mi Alfa —responde enseguida.
—¿Quieres que mande por ti para que lo hagas en mi manada? —ofrezco al ver que, en verdad, se siente solo y abandonado.
—¡Me encantaría, mi Alfa! —exclama con los ojos brillantes, pero luego gira la cabeza hacia su mitad y me pregunta—: ¿Puede ir Lucil también?
No respondo de inmediato. Doy un paso hacia él y, muy a mi manera, coloco una mano firme sobre su hombro. Es un gesto que pretendo que parezca de camaradería, aunque, en verdad, estoy controlando el miedo que lo inunda.
—Sé que puedes hacerlo, Nicolás. No temas quedar