122. CONTINUACIÓN
JACKING:
Giuseppe asiente, dejando de mirar al joven y poniendo toda su atención en mí. Su Luna, que hasta ahora había permanecido en silencio, se dirige a él con un gesto calculado. Ambos comparten una mirada rápida que no pasa desapercibida para mí ni para Amet, cuya disposición vigilante nunca se relaja. Ese intercambio, aunque breve, tiene más significado que cualquier palabra.
—Bien, entonces directo al grano —dice Giuseppe, apoyando los codos en la mesa—. ¿Qué clase de ayuda necesita de mí, mi Alfa?
—Sí, amigo —declaro con firmeza, observando cómo sus orejas se mueven con atención—. Sabemos que los vientos están cambiando. Las lealtades serán puestas a prueba, y lo último que quiero es debilidad en un territorio tan crucial como Italia. Se están formando muchas nuevas manadas, y estamos creando nuevos Alfas para que las dirijan. Y a ti te toca entrenar a este chico.
—¿Por qué yo, mi Alfa? —pregunta con cara lastimera.
Lo miro fijamente. Sé que Giuseppe, aunque es un buen