Un viento frío se coló por las grietas de la cueva, arrastrando consigo una sombra espesa que parecía contener en su núcleo el mismísimo caos. Mis sentidos se agudizaron al instante, y Mat gruñó dentro de mí, alzándose como una tormenta en mi mente.
—Mi Alfa, ella ha desaparecido —me informó Teka—. Pero estoy sintiendo una vibra de ella aquí. —Bennu, asegura la cueva mientras hacemos la ceremonia. Todos, tenemos que estar muy alertas —ordené de inmediato a mi celta—. Es necesario que hagamos la ceremonia aquí. —Mi Alfa, mejor vámonos a la cueva espiritual de renacer —se adelantó el doctor Aha. —Creo que debemos hacerla ahora, rápido, aquí mismo. Nos estamos demorando y tenemos que atrapar a Isfet. Proteger a los cachorros es lo primordial —dijo mi Luna.