Al llegar a la cueva de los calabozos, veo que el prisionero tiene una capucha puesta. Entramos, y uno de los guardias se la quita, y todos exclamamos asombrados. ¡No puedo creer a quién estoy mirando!
—¡Paul! —exclamamos todos al mismo tiempo.Me acerco aún más. No puedo creer que el querido amigo de nuestras chicas sea un aliado de Utukku. Lo peor es que estuvo entre nosotros y no lo descubrimos. ¿Cómo era eso posible? Nos acercamos despacio, todos con las mismas preguntas.—Hola, chicos —nos saludó Paul con una sonrisa tímida.—Paul, dime que no es verdad —se adelantó Horacio furioso—. ¡Juli ha sufrido por tantos años, tú lo sabías y no hiciste nada!—¿De qué hablas, Horacio? —se defendió Paul—. ¡Yo no soy un vampiro, soy un Dhampiro!—¿Por qué tienes