97. LA FUERZA DEL PODER
NARRADORA
—Entonces lo haremos posible. Creo que te han salido demasiadas agallas.
Las palabras de Elizabeth sonaron como una sentencia de muerte.
Sin mediar más diálogo, sus ojos fulguraron con llamas y, del interior de su manga, salió un fuego mágico que recorrió los hilos directo al brazo de Rhett.
No podía zafarse por mucho que luchara y se quemaría hasta que a ella le diera la gana de darle algo de misericordia.
Elizabeth planificaba hacerlo sufrir demasiado, pero, en un segundo, el viento azotó el bosque como un vendaval que llegó hacia ellos.
Las ráfagas apagaron las llamas antes de quemar la piel del lobo y la brisa traía un sabor a poder, a amenaza fría de glaciares y mares mortales.
Todos se giraron hacia una parte del jardín donde se acercaban las sombras.
El corazón de la anciana Elizabeth palpitó con fuerza cuando vio a la mujer de cabello completamente blanco canoso, elegante, caminando sobre la hierba que se iba congelando a su paso.
Cada pisada de sus b