38. AMARTE DUELE TANTO
RHETT
Encontrarla me ha arruinado para toda la vida la posibilidad de satisfacerme con nadie más.
Bajé la vista al punto donde nuestros genitales se hacían el amor.
Mi polla estaba al reventar, las venas abultadas sobresalían del eje y la punta chorreaba presemen sin parar.
Aceleré a un ritmo que casi sacaba espuma de nuestros fluidos, mi dedo bajó a su clítoris duro y lo comencé a estimular.
Sus muslos se tensaban alrededor de mis caderas.
Mis testículos tensos golpeaban rítmicamente contra sus nalgas.
Lo supe en el momento exacto en que Blair alcanzó la cima.
Se retorció en la cama, agarrando las sábanas con sus manos extendidas.
Arqueó la espalda con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados.
Su cuerpo entero se sacudió, sus piernas temblaron y, maldita sea, rechiné los dientes ante el apretón tan rico de todos esos músculos vaginales descargándose alrededor de mi polla.
Mis pupilas eran una mezcla de lobo y vampiro, mi cuerpo más tenso que el acero.
Embestí un poco más lento so