CAPÍTULO 158 — La prisa de la vida
Habían pasado apenas cuarenta minutos desde que abandonó la residencia de los Rossi, con el corazón encogido por la ausencia de Gabriel.
De repente, el teléfono, conectado al sistema bluetooth del auto, emitió un pitido agudo que la sobresaltó. Una notificación iluminó la pantalla del tablero. Un mensaje de Alejandro
[¡Ya viene! Fabrizio decidió que no quiere esperar más. Estamos camino al Hospital Central. ¡Es ahora!]
La melancolía de Isabella se evaporó en una fracción de segundo, reemplazada por una inyección de adrenalina pura. El bebé. El ahijado de Gabriel y ella, el hijo de sus amigos. Iba a nacer.
Isabella miró el GPS. Estaba a punto de llegar a la casa de su madre, Catalina, donde pensaba refugiarse esa noche. Pero el destino, al igual que el pequeño Fabrizio, tenía otros planes. Sin dudarlo, frenó en el primer retorno permitido y dio un giro de ciento ochenta grados. Los neumáticos chirriaron levemente sobre el asfalto.
— Aguanta, Camila —s