Capítulo 36

La mañana siguiente fue un nudo tenso en el estómago de Marcus. No durmió. No pudo. Desde el momento en que vio a Amelia llevársela, supo que la única persona con suficiente influencia y poder para salvarla era William. Pero también sabía que eso significaba enfrentarse a un dilema que ambos habían evitado durante años.

Llegó a la mansión con el rostro endurecido y el paso firme. William lo recibió en su despacho, aún procesando el caos que había dejado la caída de Edward. Cuando vio entrar a su amigo, supo que no era solo una visita de cortesía.

—Quiero que la saques de ahí —dijo Marcus, sin rodeos.

William no preguntó a quién se refería. Ya lo sabía.

—No —respondió con frialdad—. No lo haré.

—William…

—Ella fue su cómplice. No importa si lo hizo por amor, por miedo o por estupidez. Sabía con quién estaba y qué hacía. Debe enfrentar las consecuencias.

Marcus lo observó, cruzando los brazos, conteniendo la frustración.

—Tú sabes que Amelia no es como él. Sabes que el
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