¿En qué momento creí que esto era una buena idea?
La cara de Alejandro lo decía todo. Lucía se escondió detrás de mí, usándome de escudo humano, esperando que mi presencia evitara que su hermano explotara.
Alejandro se giró, ignorándonos, pasó directo a la cocina, empezó a organizar las bolsas de la compra que estaban sobre la encimera.
Miré a Lucía, buscando algún tipo de ayuda o indicación de cómo arreglar el desastre que causamos. Ella empujó levemente mi hombro.
—Isa… Hazte cargo. Yo… eh… creo que Rocío está llamándome.
Abrí la boca para protestar, pero la muy farisea, salió disparada al balcón, contestando su llamada. Obviamente, no la llamaban, le dio igual, aquí me dejó sola con este marrón. Deseé hacer lo mismo, fingir una llamada y escapar, sin embargo, no soy una adolescente.
Me detuve a su lado, sintiendo el calor que irradiaba su cuerpo.
—Alejandro, lo siento mucho.
Acerqué mi mano, acariciando su espalda baja. —Fue de muy mal gusto lo que hice, osito.
Soltó un largo su