20. Amor griego

—Pensé que ese lugar era muy preciado y que era difícil convencer a una mujer para que aceptara. —Hedrick vio la incómoda posición en la que se encontraba Heleanor. Miró, hacia los asientos traseros y esos estaban unidos como un gran sofá y el volante no los estorbaría—. Pasémonos a los puestos de atrás.

Hedrick salió de ella y se ubicaron en el nuevo sitio.

Heleanor volvió a recostarse de espaldas. Se relajó, pero lo que más le sorprendía era que, no le avergonzaba ni le incomodaba que él la viera en posiciones donde le revelaba toda su humanidad.

Hedrick se acomodó con su cara en la entrepierna de Heleanor y se puso las dos piernas de ella en sus hombros.

Heleanor sentía la respiración de Hedrick en su intimidad. Los vellos de la piel se le erizaron. Levantó su cabeza, para ver los hechizantes ojos azules que la miraban de vuelta. De inmediato percibió un cosquilleo en zona genital, que solo él podría calmar. Su pecho la ardía, como si una llama le quemara el torso. Los pezones los
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