Magia antigua corre por las venas de Jean Franco Dicarlo, y cuando llega a él la mujer que el destino le tiene preparada, sus enemigos tratarán de destruirlo destruyéndola a ella. Cuando Aurora entiende que el mafioso con quien sueña cada noche es un hombre real, comprende que tarde o temprano la encontrará y la hará suya como se lo promete cada noche. Pero, ignorante del riesgo que corre se deja llevar por los brazos invisibles del hombre que la visita en la oscuridad y mientras la magia diluye las fronteras que los separan, las mafias se toman el poder y el control de la vida de Aurora, de la ciudad y de todo lo que la rodea, y no tiene más opción que dejar de luchar contra la corriente y empoderarse como el amor destinado al mafioso más poderoso del mundo, el Rey Rojo.
Leer másTenía los ojos grises como la luna, y la miraba, la miraba de frente y ella se sintió nerviosa y torpe.
Estaban en un lugar oscuro, lleno de humedad y con un ruido fuerte que venía de arriba, como metal contra metal. El metro.
Había un hombre de rodillas frente a él, estaba atado con fuertes lazos que le herían la piel y ella observó todo desde un discreto segundo plano.
— Dime donde se esconde — le dijo el hombre de ojos grises al que estaba atado, tenía el cabello tan oscuro como el petróleo y una fina línea de tatuajes se notaba por debajo de la camisa larga que tenía puesta.
— No lo sé, yo solo consigo su mercancía, nada más — le contestó el hombre que estaba atado en el suelo.
El de ojos grises dejó de mirarla y se volvió hacia el que estaba en el suelo y le apuntó a la cabeza con un arma.
El corazón de ella comenzó a palpitar con fuerza, el que estaba de rodillas suplicó por su vida, tenía una cicatriz ancha en toda la cara y los ojos pequeños como una rata.
— Entonces no me sirves — le dijo el de ojos grises y disparó, y ella lanzó un grito cuando vio el cuerpo caer. El hombre de ojos grises se volvió hacia ella y la miró de nuevo — ya me encontraste — le dijo y ella no supo qué contestar — no pensé que sería tan pronto, pero ya eres mía — sintió como por todo el cuerpo comenzó a resbalarse un torrente de arena y el ruido molido de la arena al caer al suelo se la llevó del sueño.
Aurora despertó agitada, con la respiración fuerte y sudando. Aun era temprano en la mañana y el sol apenas salía por el horizonte, pero, aunque ella aún tenía tiempo, no quiso volver a dormir.
Era la tercera vez que soñaba con aquel hombre, pero esa vez había sido diferente, las otras dos veces solo le había visto el rostro en medio de otros sueños tranquilos, pero esa vez, todo era tan real.
No se pudo sacar de la mente la imagen del hombre de la cicatriz en la cara así que se puso de pie y salió de la cama, tenía mucho que adelantar antes de salir al trabajo.
Lejos de ahí, un hombre se acercó al cuerpo inerte del hombre al que había acabado de matar y lo empujó con el pie.
— Te vi hablarle al aire — le comentó su amigo acercándose desde atrás y el hombre de ojos grises pasó saliva.
— Ella llegó a mi — le dijo y el otro respiró.
— ¿Hace cuanto comenzaron los sueños? — él se encogió de hombros.
— No importa, ella ya me puede ver, y pronto yo la veré a ella.
— No te tomes esto a la ligera — le advirtió su amigo — una vez la arena se lleve las fronteras entre los dos y estén juntos no hay marcha atrás.
— Si lo sé, la haré mía — levantó el arma y disparó dos veces más al cuerpo inerte en el suelo — Pero primero acabaré con mis enemigos, si ellos descubren que la encontré… ellos la matarán. Así que tengo que matarlos primero antes de que acaben con la mujer que nació para mí.
Doménico arrastró a Aurora por las escaleras hasta una especie de habitación que tenía unas escaleras por la parte trasera, lo acompañaban un par de hombre y su pareja Carla, la mujer lucia asustada, pero Doménico estaba relajado, siempre con su característica arrogancia, de seguro imaginaba que esa madrugada terminaría bien para él. Aurora regresó con Franco, tenía todo el cuerpo lleno de adrenalina cuando le disparó al primer hombre, pero lo hizo en una pierna y cuando cayó al suelo él lo inmovilizó y lo dejó inconsciente de un golpe en la frente. Franco se quedó mirando el cuerpo inconsciente del hombre y Filippo lo cubrió con los que disparaban desde las ventanas. — Tienes razón — le dijo el mafioso a Aurora — puedo hacerlo, puedo dejar atrás tanta muerte, solo uno tiene que morir esta noche, y ese será Doménico — Aurora regresó a la habitación con sus secuestradores y miró a Carla, la mujer estaba aferrada al brazo de Doménico. Franco se puso de pie y avanzó, un hombre que les
Franco se sentía mareado y con rabia, tanta rabia que apenas y le dio un corto abrazo a Giovanny, pero de seguro tenía la cara muy roja y todos los presentes se veían tensos.— ¡Fuera todos! — gritó y la mitad dio un salto con el grito del mafioso.Buscó a Aurora con la conciencia, pero encontró solo un vacío y eso lo hizo enojar aún más, tanto que tomó un par de platos que había sobre la encimera y los estrelló contra la pared.Todo el lugar comenzó a vaciarse lentamente y cuando Arantza tomó la mano de Pietro para salir Franco les apuntó con el dedo y la pareja se quedó petrificada .Filippo estaba en la esquina con su pareja y la agarró para salir también, pero en cuanto vio la mirada penetrante e iracunda de Franco se sentó de nuevo y agarró la mano de la rubia muy fuerte.— ¿Cómo permitieron que hiciera eso? — les preguntó a Pietro y a Arantza y la mujer fue la que habló.— ¿Crees que no intentamos detenerla? — le dijo — pero ella había tomado la decisión, lo vi en su intención,
Aurora siguió corriendo por el frio bosque y las luces de la ciudad al otro lado se veían lejanas, y entre más corría más lejos parecían estar. Como si se alejaran o como si Aurora estuviera corriendo hacia atrás.La cabeza embotada no le permitía ver con claridad, era como si estuviera ebria y a veces reaccionaba de estar completamente quieta mirando un puto fijo y dentro de la bruma de sus pensamientos entendió que aquello no era normal, lo que estaba experimentando no era normal.Imaginó que Doménico tenía algún hombre con el don de ponerla tonta, o de seguro él mismo le hizo algo a su cabeza cuando salto del edificio.Pero como fuera, estaba casi que inutilizada. En algún momento del recorrido dejó caer la linterna y tuvo que seguir avanzando entre la oscuridad. A veces lograba discernir alguna cosa como un árbol o una piedra, pero en general todo lo que veía por las luces tenues de la ciudad o le tocaban sus brazos desnudos era extrañamente familiar, pero tambien desconocido.Con
Aurora apretó los puños con fuerza, de repente le entró tanto miedo que deseó retroceder el tiempo y no haber cometido esa locura, pero ya estaba ahí, ya lo había hecho y el saber que había logrado salvar a Gio y por consiguiente a su hermano le proporcionaba un vano intento de calma.La camioneta de Doménico se detuvo en un lugar oscuro, parecía el parqueadero de un edificio y Aurora quiso llorar, buscó con la conciencia a Franco, pero no lo encontró, no lo haría en por lo menos en otras cuatro horas.Doménico bajó de la camioneta y la rodeó para abrir la puerta de atrás donde estaba ella y cuando la agarró de la muñeca Aurora sintió un escalofrío por lo helada que estaba.De pie, recostada en el marco de la puerta, estaba la pareja de Doménico, la mujer la miró de los pies a la cabeza y Aurora levantó el mentón hacia ella, lo último que quería era demostrar el miedo que sentía en ese momento, por eso apretó los puños para que no vieran como le estaban temblando las manos.— Nunca im
Aurora apretó los puños con tanta fuerza que se le quedaron marcadas las uñas en la palma de la mano, el corazón le latía con fuerza y comenzaba a ver oscuro, e inconscientemente buscó la compañía de Franco, pero no encontró más que vacío y oscuridad.Estaba ya tan acostumbra a tener la conexión con el mafioso que ahora se sentía vacía y desprotegida. Como abandonada, pero sabía que todo eso era su culpa.— Todavía te puedes arrepentir — le dijo Arantza. Estaban en el parqueadero del centro comercial y Doménico aún no había aparecido, todo estaba rodeado de un silencio incómodo y sepulcral, Aurora imaginó que eran los silencios antes de una guerra.— No — murmuró incapaz de levantar el tono de voz — tenemos que hacer esto, es la única forma — Arantza miró alrededor.— Podemos atacar a Doménico, rescatar a Geovanny y huir, si combinando nuestras habilidades…— ¿Y después qué? — le preguntó Aurora con intensidad — Doménico no se detendrá, nos perseguirá y nos cazará por siempre hasta qu
Las manos de Aurora temblaban, incapaz de imaginar lo que estaba a punto de hacer, pero no quería pensar en ello: no, porque Franco leería su mente y no se lo permitiría, así que prefirió pensar en su hermano convulsionando por el dolor y eso ayudó a que el mafioso pensara que sus nervios eran debido a eso.Habían llegado a casa después del ataque de Doménico, y Carlos aún seguía inconsciente, pero Aurora no quiso apartarse de él en ningún momento, temía que cuando el joven volviera a despertar Doménico los torturaría de nuevo, así que se quedó al lado de la cama con la pistola de dardos y solo cuando llegó la noche salió en silencio.La sala estaba, como siempre, llena de los hombres más importantes de Franco y ella pasó con la mirada gacha hacia la cocina con la mente en blanco.Diego era un hijo del bosque que podía leer la mente de las personas, y aunque Aurora no había sentido nunca su presencia, aunque no supiera si se sentía o no, prefirió mantener la mente en blanco para evit
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