El Alpha Mason nos llevó an Aaron y a mí a una habitación en el segundo piso. Aaron ya comenzaba a quedarse dormido mientras lo cargaba por las escaleras hasta la habitación. Lo acosté en la cama suave, bajo la sábana de seda y el edredón mullido. Bostezó y poco a poco se quedó dormido, claramente agotado. Miré hacia la puerta de la habitación.
Alpha Mason me indicó con un gesto que saliera del cuarto. Tragué saliva y miré de nuevo a Aaron. Volví a mirar al Alpha Mason con una expresión de duda. Había encontrado a mi compañero y estaríamos comprometidos el uno con el otro. Pero eso no garantizaba nada para Aaron.
“No habrá daño para ti… ni para el cachorro. Están seguros aquí”, le informó.
Entrecerré los ojos y suspiré.
“Lo siento. Pero no puedo dejarlo solo todavía. Ha pasado un año desde la última vez que lo hice”, dije.
“Pero en realidad no lo dejarás. Solo está durmiendo. Tranquilamente, debo añadir. Eres mi compañera”, dijo suavemente.
Bueno, tan suavemente como puede hablar un a