CAPÍTULO 46

—Te dije que no tenía nada que ocultar, Mason —dije, sentándome frente a él en su gran escritorio de roble.

—¿De verdad vas a decir “te lo dije” ahora mismo? —preguntó.

Me encogí de hombros y comencé a hurgarme las uñas. Él suspiró y se sentó en la esquina del escritorio frente a mí. No lo miré cuando empezó a revolver unos papeles. Tuve un pensamiento y lo miré hasta que notó mi mirada.

—¿Sí? —preguntó, curioso.

—Podríamos hacernos cargo de ella —dije.

Levantó una ceja ante mi sugerencia y volvió a mirar sus papeles sin responder. Fruncí el ceño ante su reacción y me levanté de la silla. Fui al mismo lado del escritorio donde él estaba y me senté junto a sus papeles. Soltó un largo suspiro.

—¿Qué estás pensando? —pregunté, sabiendo que había algo que no estaba diciendo.

De nuevo no dijo nada, y supe que pensaba en algo que no me gustaría, así que se estaba haciendo el desentendido. Crucé los brazos.

—Vamos, sea lo que sea. Dilo de una vez —le exigí.

Dejó los papeles a un lado y se re
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