―¿Por qué no puedo ser feliz? ―pregunto entre sollozos― ¿Por qué? ¿Por qué me siento tan sola?
Luego de unos segundos más, se separa solo un poco tomándome de los hombros ayudando a levantarme, sin embargo no logro divisar nada alrededor. Las lágrimas siguen cayendo como cascada, y el fuerte viendo que se cala a mis huesos envía un escalofrió sobre mi piel haciéndome tambalear. El ardor en mi cabeza acrece y apenas consigo abrir mis parpados. No quiero aferrarme a la luz tenue que se desprende del faro, sólo quiero rendirme al ardor en mi cuerpo y dejar de luchar; y a continuación: Escucho ligeramente el murmullo de esa voz tan atractiva y dulce, antes de desvanecerme.
El aroma que se cuela a mis fosas nasales es tan perturbador que estoy pensando seriamente en cubrir mi rostro con las manos. Observo a mí alrededor lo que parece ser un cementerio. Me mantengo divisando las diferentes lapidas a mi alrededor, sin embargo otra escena se lleva toda mi atención.
La cantidad de gente vest