Natalie puso los ojos en blanco, —¿Así que si no vuelves a casa en toda la noche, me quedaré despierta esperándote?​
—No lo haría.
—¿Qué?
—No estaré fuera toda la noche.
Natalie no hizo caso de sus palabras que parecían una promesa y bostezó, —Ya veo, ¿ahora puedo volver a dormir?
Al verla que iba a volver a tumbarse, Leonardo le dijo enfado: —¡Natalie!
—¿Qué quieres?
Al ver su impaciencia, Leonardo apretó los dientes, —He bebido esta noche, ayúdame a lavarme.
Natalie respiró profundamente, se esforzó a reprimir las ganas de echarle, se levantó y le empujó al cuarto de baño.
Exprimió pasta de dientes y se la dio a Leonardo, dijo bostezando: —¡Toma!
Leonardo se lavó los dientes y Natalie cogió una toalla y le lavó la cara desordenadamente, con tanta fuerza que parecía que intentaba restregarle una capa de piel de la cara.
Leonardo frunció el ceño y dijo con voz fría: —¿Puedes ser suave?
—Lo siento, soy fuerte desde niño y no puedo controlarlo.
—...
Después de lavarse, Nat