Blanca guardó silencio, y cuando Leonardo pensaba que iba a decir que no, ella asintió.
—De acuerdo.
Un poco sorprendido, Leonardo llevó a Blanca a cenar, y cuando terminó, le pidió a Carlos que la llevara al Gran Félix mientras él volvía a su oficina para seguir trabajando.
No mucho después de volver a la oficina, Leonardo sintió que algo no iba bien en su cuerpo.
Frunció el ceño y trató de concentrarse en el documento, pero era como si un calor recorriera su cuerpo y las letras se volvían borrosas.
Al notar que algo iba mal, sacó inmediatamente el móvil para llamar a Carlos.
Sin embargo, de repente una mano le arrebató el móvil de las manos.
Giró la cabeza y vio que era Matilda, con frialdad en los ojos.
—¿Quién te ha dejado entrar? ¡Lárgate de aquí!
Matilda tiró el móvil a un lado y vio que Leonardo tenía la cara roja y se estaba controlando, sabía que la droga estaba haciendo efecto.
Sonrió y le rodeó el cuello con los brazos.
—Leo, sé que me necesitas y que yo te necesito.
Un pens