—Carlos, ¡quédate atrás!
Podía arriesgar su vida para salvar a Natalie, pero no podía dejar que Carlos corriera también ese riesgo.
—¡Presidente, si tiene tiempo para disuadirme, por qué no se da prisa y piensa en cómo salvar a la señorita López!
Leonardo no perdió más tiempo. Tras diez minutos de esfuerzo, por fin consiguieron sacar a Natalie del coche.
Sin embargo, justo cuando respiraba aliviado, Carlos olió a gasolina quemada.
—¡Presidente! Saque a la señorita López de aquí. El coche va a explotar.
Ayudaron a Natalie y salieron volando del coche.
A sólo diez metros, de repente, hubo una explosión detrás de ellos. Los escombros de la explosión del coche se estrellaron contra sus espaldas. Carlos escupió una bocanada de sangre y Leonardo quedó inconsciente.
Al despertarse de nuevo y darse cuenta de que estaba en el hospital, Leonardo se sentó a toda prisa. Bajó de la cama para buscar a Carlos y a Natalie, pero en cuanto se levantó, le dolía mucho la espalda y se cayó sin poder contro