Justo cuando se sentía feliz de estar a punto de convertirse en la mujer del presidente del Grupo Ramos, Carlos se acercó a Leonardo y le dijo al oído: —Señor Ramos, tiene que prepararse para hablar en público.
Leonardo asintió, giró hacia Matilda y le dijo: —Yo voy a hablar, tú busca un lugar para descansar un rato.
—Sí.
Matilda sonrió dulcemente: —Ve tú, no te preocupes por mí.
Cuando Leonardo se fue, Carlos se dio la vuelta con indiferencia y quería irse con Leonardo, pero Matilda lo llamó de repente.
—Carlos, tengo algo que decirte.
—¿Qué es?
Al notar la impaciencia y el disgusto de Carlos, Matilda apretó los dientes y dijo con voz fría: —Alguien me acaba de preguntar cuál es mi relación con Leo, ¿y adivina qué dijo Leo?
—Señorita López, puedes ir al grano. Estoy ocupado y tengo mucho que hacer.
Matilda se mofó, despectiva: —Leo ha admitido que soy su novia, y probablemente pronto seré la mujer del presidente del Grupo Ramos. Si no me respetas, serás el primero al que despida.
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