-Te llevo al hospital.
-No hace falta, ¿tienes un botiquín en el coche? Primero te vendo las heridas.
-Sí.
Volvieron al coche de Leonardo, pero él se negó a vendarlo, -Venda primero tus herida, y luego las mías, yo puedo aguantar.
Al ver su insistencia, Natalie se vendó rápidamente el brazo y mirándole le dijo: -Quítate tú la ropa.
Si Natalie no se viera tan seria en ese momento, Leonardo le preguntaría si intentaba hacerle algo.
-Tienes muchas heridas, no tengas miedo.
Leonardo se quitó la camisa y ella vio más de diez puñaladas en su espalda.
Los ojos de Natalie enrojecieron y se atragantó mientras lo esterilizaba, -Lo siento.
Al notar su tristeza, Leonardo se volvió para cogerla de la mano y le dijo algo desamparado: -No llores, cuando lloras, me siento culpable, y como tu hombre, debo protegerte.
Natalie apretó los labios y susurró: -Tú gírate, no me afectes para vendarte las heridas.
En media hora, Natalie acabó de vendar todas las heridas de Leonardo.
Volvieron al chalet a las do