En el momento en que cruzaron sus miradas, el corazón de Natalie se hundió.
Porque Leonardo la miraba sin el amor como antes, solo había extrañeza e indiferencia.
—Leo...
—¿Quién eres?
Leonardo la miró con el ceño fruncido, no sabía por qué, en el momento en que vio a esta mujer, hubo una sensación incómoda indescriptible en su corazón.
No le gustaba esa sensación e incluso detestaba a la mujer que tenía delante.
Natalie notó el cambio en sus ojos, y aunque creía que Leonardo estaba haciendo esto por alguna razón, se sintió herida por su gélida mirada.
—Leonardo, soy tu novia.
En este momento, Chloe no pudo evitar decir: —Señorita Silva, es la primera vez que veo que una mujer tan ansiosa por ser amante como tú.
Natalie no le hizo caso a ella, se fijaba en Leonardo y dijo: —Prometimos estar juntos para siempre cuando estábamos en Antártida, ¿lo olvidaste?
Al ver su mirada llena de tristeza, a Leonardo le dolió el corazón, un sentimiento que le incomodó.
—No te conozco, es imposible que