Álvaro rio y se marchó.
Mafresa le miró fijamente a la espalda, se enfadó tanto que su cuerpo tembló involuntariamente.
—Mafresa, descansa un rato.
Mafresa giró la cabeza y miró a Leonardo, su tono era un poco agresivo, —Leo, ha venido a darnos asco a propósito. ¿Cómo puedes soportarlo?
Sin embargo, Leonardo la miraba con calma, —Estás cansada, ve a descansar.
—¡No! ¿De verdad dejamos que Álvaro nos intimide?
—¿Qué quieres entonces? ¿Discutir con él en el funeral y luego hacer del funeral una broma?
Tal vez la voz de Leonardo era tan fría que Mafresa dio un paso atrás, y gran parte de la ira de sus ojos se disipó.
Agachó la cabeza: —Leo, lo siento... La muerte de mi papá me golpeó mucho, no pude soportarlo, así que tuve un colapso emocional, y perdía la cabeza cuando me encontraba con cualquier cosa.
Al ver que estaba enfadada y arrepentida, Leonardo le acarició la cabeza.
—No has dormido desde anoche, estás demasiado tensa anímicamente. Descansa un poco, te llamaré si pasa algo.
—Bien