Marcus observó la hora, era casi momento de terminar la jornada, era un adicto al trabajo, pero ahora, como nunca sintió ganas de volver a casa.
«Evana me espera en casa», pensó
Se levantó y guardó todas sus pertenencias.
Salió rumbo al estacionamiento, cuando vio a esa mujer ahí, la saludó con rapidez, pero ella se veía mal, la mujer se echó a llorar, se lanzó a los brazos de Marcus, como si buscara un refugio.
Fue entonces, que Álvaro pudo verlo, sonrió divertido, tomó su teléfono y capturó unas buenas fotografías,
«Evana, ya veremos cuanto te dura tu feliz cumpleaños, podríamos unirnos contra mi tío, podría perdonarte todo, si lo quitas de mi camino», pensó.
—Está muy enfermo, no sé si vaya a resistir.
—Quiero verlo.
La mujer asintió.
—Está en el hospital libanes, si usted quiere.
Él asintió.
—Iré en un par de horas —él le dio un cheque—. Para lo que haga falta, estaré pronto ahí.
Marcus subió a su auto.
Pronto llegó a casa.
Al llegar, notó un ambiente tenso, en casa,