Pequeños gemidos se escuchaban en la habitación.
Los besos ruidosos y los jadeos resonaban en primera instancia, mientras Selene se encontraba en la cama completamente a merced de Zander.
Aquel jamás se había comportado de aquella manera y mucho menos había mostrado aquel ardor tan voraz, por lo menos no después de haberse visto tan seguidos.
La última vez que Zander se mostró de aquella forma fue luego de unas semanas en las que él se había marchado por causas de su trabajo.
Selene ahora entendía muy bien de qué se trataba.
Él era el heredero de Perseus, su amante sin nombre. Ahora tenía uno muy claro, y no era cualquiera: era nada más y nada menos que el CEO más cotizado de toda la ciudad, aquel al que ahora no sabía siquiera cómo mirar.
Los pensamientos de Selene fueron desviados en el momento en el que Zander bajó desde su ombligo, hasta la zona baja de su cuerpo, dando cortos besos.
Cuando separó sus piernas y besó por encima de su ropa interior, una corriente eléctrica atravesó