Circe no podía creerlo, se había esforzado en actuar como la mujer lastimosa y llena de dolor que podría conseguir lo que quiere, siempre le había funcionado.
Bueno, casi siempre, con Selene había sido todo un reto, pero imaginó que si las personas de su alrededor, como de costumbre, veían a la mujer lamentable y embarazada que con desesperación buscaba a su hermana, conseguiría algo.
Todo se había ido a la basura. Circe estaba completamente furiosa, lo hacía en lo que subía al auto y mostraba un gesto cargado de furia y odio, pues la humillación había sido tan grande que ella no sabía siquiera cómo enfrentar todo.
―¿Y bien? —La voz de su madre la sacó de sus pensamientos. Su madre, Adara de Ezio, mostraba sus ojos llenos de convicción, aquellos que parecía esperar una buena respuesta de su parte.
―¿Qué no ves mi gesto? Nada salió como planeamos, ni siquiera me golpeó con el auto y aunque me lancé al suelo, mostrándome lamentable, todo se fue al carajo... —Adara de Ezio, la madre de C