Un vestido y un peinado cualquiera
Partí junto a David a una hora bastante prudente para poder realizar el viaje sin mucha presión de tiempo. Los cálculos estaban realizados y debía poder estar en casa de Ana unas tres horas antes de la ceremonia, para poder así prepararme para asistir a lo que era mi camino al matadero. Aquella situación solo servía para sumarse a mí, ya de por sí agitada situación: Embarazo inesperado, declaración de un amigo y boda de una ex. Un coctel de emociones capaces de desatar la locura de cualquiera, pero no la mía, yo no vivía por mí simplemente, ahora vivía también por David y sobre todo ahora lo hacía por mi hijo al que aún no me había atrevido a nombrar.
El viaje fue tranquilo y sin sobresaltos. David se entretuvo alternando entre conversación y videojuegos. No era yo una hermana sobre protectora o demasiado estricta en las órdenes, por lo que le permitía disfrutar de sus placeres siempre que estos estuviesen enmarcados dentro de los límites de la racio