17. Una niñera indomable
Victoria compuso una nueva sonrisa en su rostro y se obligó a mantener la compostura. Era evidente que Margarita de Rubio creía tenerla en sus manos y por un momento Victoria le dejó creer que así era.

—Sé buena conmigo, muchacha y no diré nada —le advirtió la fastidiosa mujer—. Prepara mi desayuno y me lo llevas a la sala, luego, sube y arregla mi recámara.

—Usted está muy equivocada, señora —Victoria se cruzó de brazos y recostó la espalda contra la encimera—. Yo sería incapaz de hacerle daño a alguien. No entiendo de qué bayas venenosas habla.

Margarita frunció los rojos labios y la señaló con un dedo, en gesto amenazador.

—No necesitas hacerte la santa conmigo, muchacha. Haz lo que te ordeno y tu secreto estará seguro conmigo —pero cuando Victoria volvió a hacerse la inocente, Margarita agregó con enojo—: puede que acabes con Alma, pero jamás lograrás conquistar a Marcos. Él ya no se fija en las mujeres que visten como prostitutas. Estás muy equivocada si crees que…

Victoria l
Alexander Gonzalez

Hola, ¿Hay alguien por aquí?

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