Entre la sangre y el deseo (2da. Parte)
El mismo día
New York
Gabriel
Sabía que sería complicado doblegar a los Harrington. Victoria era una muralla impenetrable, una mujer con demasiada experiencia y sagacidad como para engañarla. Pero hasta las paredes más sólidas tienen grietas, y las suyas eran sus hijos. Cada uno de ellos tenía debilidades que, si las usaba con precisión, podrían convertirse en mis mejores armas para vencerlos. Aun así, debía jugar mis fichas con cautela, porque un solo movimiento en falso y todo el plan se iría por la borda.
Sin embargo, había dos debilidades claras en los Harrington: ese romance de Alexander con su empleada —una grieta tentadora— y Elizabeth, más difícil, pero no imposible. Sí, arriesgado... o tal vez, acertado.
El silencio llenaba la sala. Caroline daba una calada a su cigarrillo. Esbocé una sonrisa mientras su voz se alzaba, afilada como siempre:
—Piensas que puedes conseguir algo con Claire o Elizabeth por ser “el sexo débil”, pero cuidado con jugar con fuego.
Me encogí de hombros