El asistente, algo nervioso, soltó aquellas palabras y salió apurado.
Royce se quedó paralizado, como si el suelo lo hubiera atrapado, incapaz de moverse o decir cualquier palabra.
¿Quizá recordó aquel momento en que intenté suplicarle ayuda a través del vínculo mental?
¿O tal vez la cicatriz familiar marcada en mi cadáver?
¿Sentiría tristeza? ¿Incredulidad? ¿Un poco de arrepentimiento? Quién sabe.
Pasó un largo rato antes de que finalmente reaccionara.
Y cuando lo hizo, fue para correr directo a la casa de Julia. Una vez más... me había equivocado.
Pensaba que, al menos, mi muerte le dejaría algo de culpa.
Pero la realidad era que ni siquiera mi fenecimiento logró arrancarlo de Julia, ni por un segundo.
La puerta de la casa de Julia estaba entornada, y sus voces se oían claras desde fuera.
—¡Ya les di lo que querían! ¡Déjenme en paz o llamaré a la brigada de justicia!
Al oírla, Royce dio un paso hacia adelante, instintivamente, dispuesto a protegerla.
Pero lo que escuchó a continuació