Capítulo 95
Al escuchar esto, la recepcionista abrió los ojos con sorpresa. ¿El Abogado Campos estaba saliendo con su asistente?

Sebastián ni confirmó ni negó la afirmación, quedándose pensativo con los labios apretados.

—¡Ay, déjame invitarte a comer! —exclamó Catalina, agarrando el brazo de Sebastián como si temiera que fuera a escapar.

Sebastián se dejó llevar hasta una mesa de la cafetería exterior.

—Cuéntame, ¿hasta dónde ha avanzado tu relación con mi hija? —preguntó Catalina, pero luego pensó que quizás había sido demasiado directa—. ¿No has almorzado todavía, verdad? Prueba este sushi que preparé.

Catalina abrió la lonchera. Como era comida que vendía, se veía, olía y sabía exquisita. Le pasó un tenedor a Sebastián.

Él lo aceptó con una sonrisa. —Gracias, señora.

—¡No hay de qué, no hay de qué! —respondió Catalina con una sonrisa de oreja a oreja, olvidándose por completo de su hija.

Sebastián probó un bocado de sushi —estaba delicioso. Era evidente que Luciana había heredado las habilidad
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