El ascensor estaba completamente a oscuras.
—¿Qué... qué está pasando? —la voz de Luciana sonaba algo alterada.
Sebastián, en cambio, mantenía la calma e incluso sonaba tranquilizador. —No te preocupes, parece que el ascensor se ha averiado, pero estaremos bien.
Con serenidad, sacó su teléfono para iluminar y presionó el botón de emergencia del ascensor, luego marcó el número de auxilio.
Sin embargo, la llamada de emergencia no conectaba.
Tuvo que guardar el teléfono.
—El botón de emergencia... ¿no estará también averiado? —preguntó Luciana, tratando de mantener la calma.
Cuando Sebastián lo había presionado, no hubo ninguna respuesta.
Sebastián miró los botones. —Eso parece.
Luciana intentó llamar al número de emergencia con su teléfono.
Pero no había señal en el ascensor, la llamada no salía.
Alzó la mirada. —¿Tendremos que esperar a que nos encuentren?
—Parece que sí —respondió Sebastián.
Presionó todos los botones de los pisos para evitar que el ascensor se cayera.
Mirando a Lucian