Capítulo 17: Testosterona o inmadurez

Kilian abrió los ojos, extendió su cuerpo desperezándose y se sobresaltó al descubrir a Max sentado frente a él. Se encontraba al otro extremo de la habitación a media luz, alzando una de sus cejas con una expresión de burla, desconcertándolo aún más. Solo tardó unos segundo en recordar que seguía en el hospital.

—¿Qué? Sé que soy un poco atractivo, Max, pero te digo desde ya que no eres mi tipo.

—Ni tú el mío, no te preocupes. Se me hace divertido que después de tantos años, aún no hayas dejado la mala costumbre de hablar dormido. Déjame decirte que sigues siendo muy elocuente —dijo negando con la cabeza y sonriendo.

Kilian se congeló por un segundo y cerró los ojos nuevamente.

Los dos primeros años compartieron habitación en la casa de la hermandad y Max le fastidió muchos planes por el mismo motivo, aunque él nunca había podido evitarlo.

—¿Así que la fierecilla volvió a tu vida?

—Me lleva el diablo —musitó avergonzado, reprimió el siguiente insulto y se limitó a asentir. S
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