¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy tan nerviosa? No es la primera vez que estoy con él, hasta tenemos una hija juntos.

Tomando valor, regreso a su habitación. Apenas abre, me lanzo sobre sus brazos, besándolo desesperadamente, como si la vida se me fuera en ello.

Me levanta de los muslos, enrollo mis piernas en su cadera, mientras nuestras lenguas juegan un juego que solo ellas entienden y nuestras respiraciones están agitadas. Nos separamos para tomar aire, reímos al ver que nuestros labios están hinchados.

—¿Quieres parar? —pregunta.

—Nunca —digo antes de besarlo nuevamente, en un suave y húmedo beso. Un gemido sale de mis labios al momento que sus labios bajan a mi cuello, volviéndome totalmente loca. Me recuesta en la cama con cuidado, como si fuera de porcelana y tuviera miedo de quebrarme. Se quita la camisa, dejándome babeando por completo. Lo veo atenta como se deshace de su ropa. Se coloca encima mío y comienza a repartir besos en mis hombros, mientras sus manos hacen un rec